
Es un hecho que, durante los últimos años-decenios, en España se ha emprendido una incomprensible y monstruosa purga de las humanidades en general y de las lenguas clásicas en particular. No es mi intención caer en el error de muchos defensores de las humanidades, que, al defenderse, atacan la opresión científica; pero sí es verdad que estos, los científicos, suelen callar ante la matanza humanística y solo se rasgan las vestiduras —y bien rasgadas— ante la sangría de las ciencias.
No quiero caer en ese error, digo, aunque sí es de justicia anotar el hecho de que, muy a menudo, los humanistas, y más aún los estudiosos de las lenguas clásicas, somos ridiculizados o incluso atacados tanto por científicos como por profanos en general. No hay más que ver la mayoría de los vergonzosos comentarios de esta noticia de meneame.net. También es cuando menos preocupante que se critique más a los humanistas, totalmente inocentes y de hecho contrarios a las barbaridades del Gobierno, que al propio Gobierno perpetrador de semejantes disparates.
En cualquier caso, no quiero apartarme más del tema, por lo que me centraré en el título de nuestro artículo. Muchos ya conocerán la preguntita, quizá por haberla recibido a menudo, quizá por haberla formulado ellos mismos: ¿y eso para qué sirve?
Para responder a esta pregunta, muchos profesores, estudiosos y simples aficionados han escrito cantidad de artículos que, en mi opinión, suelen quedarse en lo superficial, en lo anecdótico, todos resumibles en que el latín y el griego sirven para conocer las etimologías de las palabras del castellano. Suelen estar estos artículos trufados de ejemplos de etimologías efectivamente curiosas, así como anécdotas ocurrentes, entre las cuales se encuentra aquella famosa de que el latín sirve para que a los habitantes de Cabra (pueblo de Córdoba) se les llame egabrenses y no cabrones.
Yo, como filólogo clásico, contribuiré con otro artículo más, aunque intentaré —que no sé si lo conseguiré— dar una visión más realista y útil, tomando, remozando y añadiendo argumentos a favor de la enseñanza de las lenguas clásicas.
Contenidos del artículo
- 1. ¿De verdad tienen que servir para algo?
- 2. Para conocer mejor nuestra propia lengua, el español
- 3. Para conocer mejor nuestra estupenda literatura
- 4. Para facilitar el aprendizaje de otras lenguas europeas
- 5. Para facilitar el aprendizaje del inglés
- 6. Para facilitar el aprendizaje de otras lenguas romances: italiano, francés, catalán, gallego, rumano…
- 7. Para ayudarnos con la ortografía en general
- 8. Para conocer nuestra cultura, la occidental
- 9. Para no pasar vergüenzas
- 10. Para saber que la palabra «ratio» es femenina
- 11. Para conocer el vocabulario científico, médico, jurídico…
- Últimas palabras…
1. ¿De verdad tienen que servir para algo?
¿Para qué sirve la música? ¿Para qué sirve la pintura? ¿Para qué sirve la literatura? Si nos vamos a preguntas tan absurdas como «¿Y el latín para qué sirve?», veo lícito continuar la lista con otras preguntas igualmente filosófico-absurdas. A este respecto quiero citar una frase que leí recientemente, precisamente en una web eminentemente científica, de Baruch Spinoza:
Todos los prejuicios que intento indicar aquí dependen de uno solo, a saber: el hecho de que los hombres supongan, comúnmente, que todas las cosas de la naturaleza actúan, al igual que ellos mismos, por razón de un fin.
Quizá el hecho de que algo que no sirve de mucho en la vida real nos apasione tanto es una de las tantas cosas bellas de las humanidades.
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2. Para conocer mejor nuestra propia lengua, el español
Aparte de las consabidas etimologías, de las que en este blog solemos dar buena cuenta, el griego y el latín nos ayudan a conocer nuestra propia lengua, no solo a nivel léxico, sino también sintáctico, fonético-fonológico, morfológico y gramatical en general.
Igual que, como se suele decir, para conocer nuestro presente, hemos de conocer nuestro pasado, para conocer bien nuestra lengua, hemos de conocer a su madre, el latín, y a su tía lejana, el griego. El estudio de la historia, fonética y morfología del latín nos permitirá conocer los entresijos del castellano, lo que damos en llamar gramática histórica del español.
3. Para conocer mejor nuestra estupenda literatura
Todavía me entra la risa cuando recuerdo mis clases más básicas de literatura española, en las que oí más de una vez que el Quijote podía considerarse la primera novela de la literatura universal, y que el Lazarillo era la primera novela picaresca.
Sin ir más lejos, estas dos magníficas obras beben directamente —cada una a su manera— de la novela picaresca latina del siglo II El asno de oro. También es impensable leer —por nombrar solo a los más conocidos— a Quevedo, a Garcilaso, a Góngora o a sor Juana Inés de la Cruz sin conocer los rudimentos de la mitología y literatura grecolatinas. ¿Que los tienes oxidados? Empieza ahora mismo con la primera clase de mi curso de mitología griega y romana:
Aunque las ediciones de José María Royo o de Lisardo Rubio son excelentes, personalmente prefiero y recomiendo la añeja traducción de Diego López de Cortegana, que fue la que leyó el propio Cervantes y que influyó en la escritura del Quijote.
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La literatura española abarca muchos siglos de magníficos textos. Puedes repasarla desde el principio con mi curso de literatura española. Empieza ahora mismo con la primera clase, sobre la literatura de la Edad Media:
Y, aunque en España se habla poco de sor Juana, es una de las heroínas de los mexicanos. Puedes conocerla en este vídeo:
4. Para facilitar el aprendizaje de otras lenguas europeas
Y digo lenguas europeas en general, la inmensa mayoría de las cuales son de origen indoeuropeo, como el latín. Las lenguas clásicas eran bastante más complejas morfosintácticamente; ya se sabe: los famosos casos, una morfología y sintaxis enrevesadas, elementos ya desaparecidos como los participios de presente o de futuro, etc.
¿Interesado en esto de la lingüística indoeuropea? Echa un vistazo a la primera clase, sobre las lenguas indoeuropeas, de mi curso de lingüística indoeuropea:
Al adquirir estas nociones con el estudio del latín y del griego antiguo, ya las dominaremos para el momento en que necesitemos echar mano de ellas en el aprendizaje de nuevas lenguas. No solo será así en el aspecto gramatical, sino también en el léxico. Me gustaría citar un tuit revelador a este respecto:
Pregunté en el M. de Educación de los Países Bajos por el secreto del alto conocimiento de idiomas. "Enseñamos lenguas clásicas" me dijeron.
— Germán Yanke (@germanyanke) October 23, 2012
5. Para facilitar el aprendizaje del inglés
El inglés es una lengua germánica. Sin embargo, a efectos prácticos y de aprendizaje, la sinergia con el latín puede ser mucho mayor que con las otras lenguas germánicas.
Van Gelderen, en su A History of the English Language, estima que el vocabulario actual del inglés procede en casi un 62 % del latín (45 % a través del francés y 17 % directamente del latín). En cuanto a la sintaxis, también está fuertemente influida por el latín (a través, en gran medida, de la Biblia), como las oraciones de infinitivo inglesas.
6. Para facilitar el aprendizaje de otras lenguas romances: italiano, francés, catalán, gallego, rumano…
Esta es de cajón, y no creo que haya que detenerse a explicarlo con mayor detalle. Si conocemos a la madre, podremos intuir por dónde tirarán las hijas.
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7. Para ayudarnos con la ortografía en general
Tener unas nociones más bien básicas de latín y griego nos puede salvar muchas veces de cometer faltas de ortografía en bastantes idiomas. Recuerdo un libro de Inglés para alcanzar el nivel C1, en el que un simulacro de examen tenía una anotación que debía de ser más o menos así: «Tranquilo: no te pediremos que escribas palabras de ortografía difícil como rhythm ‘ritmo’». La dificultad, realmente, no es tal, ya que con acudir la primera semana a la clase de Griego de 1.o de bachillerato se aprende que ῥυθμός se translitera al abecedario latino como rhythmos. Fin del problema.
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También en el español, lengua razonablemente conservadora con las grafías etimológicas, nos vemos beneficiados de esto. Ya hablé hace un tiempo del jaleo que tenemos con la ‹b› y la ‹v› y de la cantidad de gente que escribe, por ejemplo, «gobierno» con ‹v›, tal que *‹govierno›. Este sustantivo se escribe con ‹b› porque era con ‹b› en latín, que lo tomó a su vez del griego, en el que también era, en este caso, con β.
De paso, aprendemos la metáfora que hay en la palabra: el κυβερνήτης y el gubernator eran los que guiaban una nave, el timonel; de ahí, pasó a llamarse gobernador al que guiaba la nave del estado. De hecho, según me consta, en la terminología náutica el verbo propio para ‘conducir una nave’ sigue siendo «gobernar(la)».
8. Para conocer nuestra cultura, la occidental
La cultura occidental tiene sus raíces (y tronco) en la cultura grecolatina. Ya lo hemos dicho, pero lo repetiremos: si no conocemos los orígenes de nuestra historia, difícilmente podremos comprender el presente.
La democracia ateniense —que, realmente, no era tan ideal como solemos pensar, cosa que se puede aprender en clase de Cultura Clásica—, el derecho romano, el alfabeto y el abecedario, la filosofía, la música, la arquitectura…
Los romanos llegaron bastante temprano a la península ibérica y cambiaron por completo el curso de su historia. Te lo cuento en la primera clase de mi curso de historia de España:
9. Para no pasar vergüenzas
Me apena —tanto en su uso del español de España como en el de América— leer y oír los incorrectos latinajos de los que gusta la gente. Se puede escuchar incluso a profesores de universidad emplear «condición *sinequanum» —que ese ‑um suena muy a latín— en lugar del correcto «condición sine qua non».
También son cuando menos vergonzosos casos como este, también en meneame.net —donde la gente suele lanzarse con avidez a corregir cualquier falta ortográfica—: *pullae, nada menos que en el título. A día de hoy, más de 5000 clics en la noticia. El titular sigue incorrecto. Más de 5000 personas han leído el artículo, de lo que es de suponer que al menos 10 000 han visto ese titular, pero nadie se ha percatado de la falta de ortografía, grave, más que nada, porque puella, puellae es una palabra que se aprende en la primera semana de clase de Latín.
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10. Para saber que la palabra «ratio» es femenina
Es solo un ejemplo, pero creo que está bien traído por ser precisamente una palabra que emplean bastante los científicos. Aunque acabe en ‑o, «ratio» es femenina, igual que «razón» y «ración», ya que, de hecho, son la misma palabra, solo que «ratio» puede considerarse cultismo, mientras que «razón» y «ración» son esa misma palabra evolucionada según diversas formas.
Para saber que la palabra «ratio» es femenina, no hace falta ni siquiera saber intrincadas reglas, sino simplemente haber llegado a la tercera declinación. En esta declinación, muchas palabras tienen sus temas con un sufijo ‑tio(n), que forma sustantivos femeninos y que en español evoluciona a ‑ción, igual que «la canción», «la aplicación», etc.
11. Para conocer el vocabulario científico, médico, jurídico…
Es vox populi que, debido al estatus de lingua franca que ha tenido el latín durante siglos, el léxico científico (entre otros) está plagado de raíces griegas y latinas. Un hispanohablante, por muy iletrado que sea, sabe perfectamente las funciones del oculista y del dentista, aunque no tanta gente sabe las del oftalmólogo y las del odontólogo. Curiosamente, por cierto, tanto la raíz de «oculista» y la de «oftalmólogo» por un lado, y la de «dentista» y la de «odontólogo» por otro, tienen la misma raíz indoeuropea; pero eso ya queda fuera del conocimiento básico de instituto, lo reconozco.
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La estomatología no se preocupa de nuestro estómago, sino de nuestra boca, que es lo que significa στόμα [ˈstoma]; quienes se preocupan de nuestro estómago son los gastroenterólogos, pues γαστήρ [gaˈsteːɾ] es el estómago; los gasterópodos son los animales que parece que andan con su estómago; el podólogo es quien nos cura los pies; los cefalópodos son los animales que tienen, por así decirlo, los pies en la cabeza; cuando tenemos dolor de cabeza, decimos que tenemos cefalea…
Tampoco a los científicos de todos los tiempos se les han caído los anillos no ya por saber latín y griego, sino por escribir sus revolucionarias obras en latín. No hace falta que nos vayamos a los tiempos de Arquímedes, Vitruvio o Newton: basta con recordar la exquisita educación clásica de Isaac Asimov, quien por cierto escribió un interesante libro, difícil de encontrar en castellano, titulado Words from the Myths, en el que investiga los mitos clásicos en busca de la abundante terminología científica sacada de ellos.
Últimas palabras…
Para terminar por hoy, una cita de —o atribuida a— Einstein:
How can any educated person stay away from the Greeks? I have always been far more interested in them than in science.
¿Cómo puede alejarse de los griegos una persona culta? De siempre me han interesado mucho más los griegos que la ciencia.
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Me ha parecido un artículo bastante interesante, aunque considero que es una extensión de lo que denominabas definición superficial: «sirven para conocer las etimologías de las palabras del castellano».
Ahora bien, me gustaría comentar un par de detalles. En el punto 9 hablas de una noticia de menéame con un error ortográfico que ninguno de los 10000 visitantes ha sabido detectar. No obstante tú lo has detectado y no lo has corregido, lo cuál me sugiere que tal vez muchas otras personas hayan hecho lo mismo. Además, en mi opinión es más bien un error tipográfico que ortográfico, ya que en el cuerpo de la notica se encuentra bien escrito, y si miras un poco no tienes que salir de la primera página para encontrar a gente que se ha dado cuenta de ello.
Pero otra cosa que me gustaría comentar, es lo que se entiende por «cultura general». Si bien en principio parece que hace referencia a poseer conocimientos de todo tipo, en mi opinión es algo que está muy fuertemente ligado a la rama de humanidades. Me explico: si yo soy un científico que conoce absolutamente cualquier teoría o ley física, sabe todo acerca de la tecnología… como funciona un automóvil, cualquier electrodoméstico que puedas tener en casa, todo acerca del cuerpo humano y de la vida desde un punto de vista biológico, pero en mi vida he leído un libro de Umberto Eco ni conozco los pensamientos de Sócrates, soy un inculto. Y en cambio, si puedo enumerar quince citas de cada autor de la generación del 27 y escribo poesía en latín, soy culto e ilustrado aunque no sepa como funciona una bombilla.
El problema de nuestros días es pensar siempre para qué sirve algo, es lo que crea los monstruos que vemos cada poco.
En la secundaria me obligaron a estudiar Cultura Clásica, a mi pesar. Desde entonces, y desde contemplar a mis amigos en el bachillerato con su modalidad de humanidades, me he preguntado para qué servían las supuestas lenguas «extintas». Alguna vez pensé que era por no olvidar la historia. Pero esa respuesta me sabía a poco.
Muchas gracias, me he leído el artículo del tirón. Sobran prejuicios y desprestigios.
¡Para aprender a pensar!
Me parece bien que como filólogo defiendas el latín y el griego. También me parece que digas que no necesitan ser útiles. Lo que es contradictorio es que a continuación des una lista de sus «utilidades». Lo malo de las lista es que unas veces está plenamente justificada para aquellos estudiosos de la Filología en general y otras no está justificado en absoluto. Para aprender mejor inglés o alemán (si no se es filólogo) lo mejor es practicar y estudiar inglés o alemán, no latín.
Una cosa es que se quiera estudiar humanidades o Filología y sean imprescindibles, pero para las otras ramas del saber (sí, hay otras ramas del saber) es más útil, más bonito, más interesante, más productivo y más enriquecedor estudiar otras cosas. El tiempo de nuestros escolares es limitado. Otra cosa es que se defienda la cuota de profesores en la enseñanza.
Yo tengo otra experiencia más que se puede añadir como argumento duodécimo a los expuestos. Cuando estudié latín (yo hice B.U.P. de ciencias y no tuve griego), a la hora de hacer traducciones tocaba pensar y razonar la declinación que se usaba, la conjugación del verbo y demás. Eso hizo que adquiriera un desarrollo del pensamiento, un uso de la cabeza más lógico y más fluído. Y en ello equiparo la asignatura de latín a la de ajedrez que se daba en países como la antigua Unión Soviética (ignoro si se sigue impartiendo hoy en día).
Hoy en día soy matemático y agradezco mucho haber tenido latín por el nivel de razonamiento que me dio. Creo que este es un argumento de peso que no hemos de pasar por alto.
Un científico se reiría de tí por argumentar un hecho con un caso particular (además personal, que propicia un sesgo cognitivo). Dar por hecho que tu mejora fué por el latín es de risa. Habría que hacer un estudio con mas casos, grupos de control, y controlar toda variable de tu vida. Si este es tu tipo de razonamiento matemático, espero que unicamente te dediques a crear sudokus para un periódico.
A mi mas que que lógica matemática me parece un silogismo barato.
Lo único que he hecho es aportar la experiencia que he tenido. Si la consideras insuficiente te invito a hacer ese estudio que afirmas que me falta. Pero eso no te da derecho a tratarme con descortesía minusvalorando mis conocimientos a un nivel de periódico barato, con todos los respetos. Espero que tu nivel sí llegue al que argumentas que me falta.
Casi todos los grandes científicos del pasado (los responsables de invenciones que cambiaron el mundo) en los últimos 1000 años sabían leer y escribir en latín, o en griego antiguo o en ambos.
Si estudias alemán también tendrás que razonar la declinación, la conjugación del verbo y demás… y será más útil para ti.
Puedo corroborar esto. Por más extraño que parezca, el alemán, desde que comencé a aprenderlo (desde hace casi tres años), me ha ayudado enormemente a descubrir y comprender estructuras que no tenía ni idea de que existían en el español, permitiéndome así hacer un mejor uso del mismo; entre otras cosas más. Cosa que ni por asomo el inglés logró.
Enhorabuena por el artículo y muchas gracias.
¿Para que sirven el latín y el griego hoy en día? Para no hacer preguntas como esta.
Dirigiéndome al autor mi más sincero agradecimiento por escribir este fantástico artículo. Soy estudiante de primer año de Filología clásica y me has hecho descubrir otras curiosidades y usos que pueden tener las lenguas clásicas. He tenido suerte de llegar a estos estudios ya que en un principio me obligaban a estudiar Magisterio, pero mi pasión por la cultura grecolatina y las lenguas clásicas fueron más fuerte que la opinión de las demás personas.
Lo cierto es que en mi generación muchos opinan que tanto el latín y el griego clásico no tiene importancia cuando pierden muchas oportunidades de comprender mejor la lengua española y nuestra cultura y defienden mucho las ciencias, llegando a dejar en ridículo la gente que nos decantamos por las letras, hecho que creo que sería mejor respetar tanto unos como otros porque las ciencias logran muchos avances hoy en día y muchas veces utilizan las letras para darle nombre, así que las dos merecen un respeto.
Dirigiéndome al usuario que dijo que para aprender alemán no es necesario el latín, debo decirte que llevo cuatro años estudiando alemán y el latín me ha sido de gran ayuda para comprender y aprender la gramática alemana ya que muchas de sus estructuras de las frases tanto sus declinaciones se basan con la de la gramática latina.
¿Y por qué no estudiamos arabe?
Para mi la cuestión no es si sirve o no, sino si hay tiempo educativo para ello. En B.U.P estudié latín un año y creo que sólo me sirvió para joderme el verano.
Saludos de un astrofísico, la más inutil de las ciencias.
Por la red circula la siguiente muestra de lo importantes y útiles que son las lenguas clásicas para comprender y explicar la realidad de cada día.
Muy sabio ……………
El vocablo maestro deriva de magister . Y éste, a su vez, del adjetivo magis que significa «más» o «más que». Al magister lo podríamos definir como «el que destaca o está por encima del resto por sus conocimientos y habilidades».
Por ejemplo, Magister equitum (Jefe de caballería en la Antigua Roma ) o Magister militum (Jefe militar).
El vocablo ministro deriva de minister. Y éste, a su vez, del adjetivo minus que significa «menos» o «menos que». El minister era «el sirviente o el subordinado que apenas tenía habilidades o conocimientos».
De lo que se deduce que:
SOLO EL LATIN NOS EXPLICA RAZONABLEMENTE POR QUÉ CUALQUIER IMBÉCIL PUEDE SER MINISTRO PERO NUNCA MAESTRO.
Un saludo.
Para mí no hay más que una razón merecedora de tal nombre que justifique la necesidad de aprender latín y griego: que el pensamiento -occidental, como acotan los demagogos- se engendró en esas lenguas. Literalmente, no se puede pensar el mundo -mundo en su sentido profundo, existencialista- si no es en latín y griego, pues toda la filosofía, como avisaba aquel bárbaro genial que nos abrió los ojos con su Ser y Tiempo, no son más que anotaciones a pie de página de los textos de Parménides, Platón y Aristóteles.
La utilidad del latín y del griego es mucho más sutil que la de las ciencias de la naturaleza. Epistemológicamente sirven para construir un pensamiento bien fundamentado y, retóricamente, para comunicarlo con un discurso elocuente.
Ahora bien, este tipo de necesidades superestructurales ocupan el vértice de la pirámide de Maslowe, lo que conlleva que solo una pequeña élite intelectual las demande. Las masas ignoran que su pensamiento y su discurso carecen de fundamento y hasta sospechan que profundizar demasiado en tales temas podría hacer que su comportamiento y su discurso se aleje de los intercambios bien aceptados entre el estrato sociocultural bajo.
La pregunta «¿para qué sirve una ciencia?» suele proceder de personas que nunca han experimentado el placer de la pura especulación teorética. Para ellas, la ciencia ha de estar subordinada a la técnica y ésta a sus particulares necesidades de consumo. Recorriendo la cadena en sentido inverso, tal individuo no cuestionará la utilidad las ciencias que le proporcionen psicofármacos para sobrellevar su existencia (la química a través de la farmacología) o máquinas con las que automatizar su trabajo (la física a través de la ingenería), pero si nunca ha disfrutado con la lectura de un clásico, si nunca ha sentido una vibración estética al escuchar una sinfonía, o si, simplemente, nunca ha disfrutado del placer de una conversación con personas cultas, entonces se verá tentada a caer en la falacia de tomar el particular por el universal y creer que las lenguas clásicas no sirven para nada porque no satisfacen sus necesidades.
Mi opinión es que el estudio del latín y del griego debe seguir manteniéndose oon carácter voluntario en el segundo ciclo de secundaria y en el bachillerato como una elección prestigiosa y aristocrática y que quien desee cursar estudios para servir a los mercados pueda prescindir de ellas. Eso sí, en contrapartida pediría el mismo carácter optativo para las lenguas extranjeras, ya que por muy útil que resulte anglificar a nuestros jóvenes, no puedo dejar de ver algo avieso en ello.
Los afrancesamientos de siglos pasados en nombre de la herencia latina fueron igual de aviesos. Y aún los sufrimos.
He escrito mi comentario antes de leer el suyo y lo lamento, pues me parece que el de usted está más y mejor explicado. Mi más sincera enhorabuena y, para que vea que no dejo títere con cabeza, el apellido de nuestro gran Abraham Maslow es, como ve, sin e al final.
No voy a criticar tus argumentos en favor de las lenguas clásicas o de la Filología en General pero sí voy a criticar que siempre consideréis que se hace una purga de las Humanidades cuándo no es así. Por favor mírate bien cómo está organizado el Bachillerato y cuenta de verdad las horas que hay de Humanidades y las que hay de Ciencias. Si alguien debería estar indignado son los científicos.
Creo que no puedes generalizar porque en mi instituto los de ciencias tenían más horas y más materias de su modalidad y los de letras, según mi experiencia, teniamos menos horas y menos materias, además de ser despreciados.
¿De verdad? Yo hice el cientifico-técnico y tenía:
Castellano +`catalán + inglés + filologia = 3 * 3 + 2 = 11
Física + matemáticas + biologia + ampliacion matemáticas = 9 + 2
Científico-técnico, ehms, y si no recuerdo mal tenía las mismas horas… y no me importaba en ese momento, pero la verdad sí qu emolesta ese ataque a todo lo científico… más hoy en día, ¡qué parece que las matemáticas son el arma del demonio!
Que conste que admiro muchísimo a las personas de letras (abogados, filólogos, historiadores, etc), ya que para mi es mucho más fácil pensar y deducir que no aprenderme 9837 ítems; y nadie, nadie, nadie de mi entorno ningunea a las humanidades. (Y por otra parte y sin que venga a cuento, soy informático-matemático y he aprendido griego para pasar el rato estos tres últimos años. xD)
PD: Gobierno o «govern» (català), ehms, quizás sea por esto que la gente se haga un taco. O.. «Grabar» (gravar en català) y «Gravar» (gravar en català).
Como valenciano de adopción, licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Valencia, profesor de Latín y, otrosí, con la especialidad de Lengua castellana y Literatura, no es admisible para mí ni para ningún profesor de Lengua castellana (ni de catalán, aquí llamado valenciano) que «la gente se haga un taco».
Estoy muy de acuerdo con que se continúe estudiando latín hasta el final de los tiempos, pero en la etapa educativa correspondiente: la Universidad.
Todos los supuestos beneficios del latín para razonar mejor se pueden perfectamente sustituir estudiando la propia sintaxis del castellano a fondo o la de lenguas modernas con complejidades distintas a la de nuestro idioma.
La etimología de las palabras es una mera curiosidad para el 99% de la población, y siempre se pueden consultar en un diccionario etimológico. Personalmente tampoco he necesitado nunca estudiar latín para escribir correctamente cualquier ortografía europea actual. Y considero que la ortografía debería adaptarse a los tiempos, no fosilizarse. El caso del inglés es esperpéntico.
Para conocer el vocabulario médico, jurídico o de cualquier otra disciplina, lo que hay que estudiar es dicha disciplina, no latín.
Para conocer la historia de la literatura, hay que conocer la historia de la literatura, no latín. Nadie niega que la literatura latina sea estupenda, pero estoy seguro de que la literatura clásica china no tiene nada que envidiarle y no se fomenta su estudio en el Bachillerato.
Y, por supuesto, para estudiar otras lenguas europeas, lo que hay que hacer es centrarse en ellas. El origen latino de muchas palabras se llegará a descubrir si se tiene interés, pero no creo que tenga mucha importancia práctica a la hora de comunicarse en este anno domini 2012. ¿Es correcto este latinajo? No lo sé. No sé latín. Me avergüenza más no saber, por ejemplo, árabe o ruso, o que la mayoría de la población llame /Máikel/ a Michael Schumacher.
En cualquier caso, todo el conocimiento humano es digno de estudiarse y conservarse con independencia de su utilidad. Eso es obvio. Pero dedicar una rama entera del Bachillerato al latín y al griego, con los recursos que eso supone, me parece desproporcionado.
Diego, te voy a poner un ejemplo de la utilidad del griego sin ánimo de polémica. En tu post has escrito «la etimología de las palabras es una mera curiosidad», pero alguien que hubiera estudiado griego diría «Los étimos son una mera curiosidad» ¡Y sin necesidad de mirar el diccionario! Es una cuestión de elegancia, de síntesis en el pensamiento y en la prosa no decir de nuevo en castellano lo que ya se dijo en griego. Un conocedor de las lenguas clásicas es capaz de leer en castellano comprendiendo el significado actual de las palabras pero también cómo se ha llegado hasta él. Eso convierte al latín y al griego en lenguas propedéuticas para el conocimiento profundo de cualquier lengua occidental y para el conocimiento también profundo de nuestro pensamiento humanístico y científico.
El sistema educativo español debe ofrecer a sus alumnos la posibilidad de que desarrollen proyectos vitales en su país y ayudarles a profundizar en sus propias raíces culturales en vez de apremiarlos a que emigren ofreciéndoles un poliglotismo superficial.
La especialización sin fundamento histórico puede que sea deseable para la inserción rápida en el mercado laboral, pero en ningún caso satisface el deseo de un puñado de bachilleres de convertirse en intelectuales orgánicos con una sólida formación generalista.
José Luis, la cultura que aporta el conocimiento de las lenguas clásicas es innegable. Pero es eso, cultura, como cualquier otro tipo de cultura. No es más elevada ni más elegante, simplemente es más antigua.
Me sigue pareciendo prioritario que en el instituto se estudie a Darwin y a Einstein antes que a Herodoto o a Demócrito. Y me indignan más todas las faltas de ortografía que encuentro a diario por Internet que el hecho de que alguien no ponga una «e» en puellae. Que sí, es incorrecto, pero yo personalmente me rasgo las vestiduras con otras cosas. Como, por ejemplo, que en aras de preservar el origen perdido de las cosas, la RAE siga prefiriendo que se escriba «elite» antes que «élite», que es como lo dice todo hijo de vecino.
Insisto, es cuestión de prioridades en el sistema educativo básico, no es un desprecio a ninguna rama del saber.
Se estudia latín porque es nuestra lengua madre, no así el árabe o el ruso, y un buen conocimiento de ella sí se ve: basta con que usted aprenda algo de Psicología del Lenguaje y, después, Psicología del Lenguaje, de forma que observará que el latín es ideal para el desarrollo intelectual de una persona y no simplemente una diversión (en el sentido etimológico de diversión).
Todas las ventajas mencionadas arriba son validas pero insuficientes para justificar la enseñanza generalizada del latin o griego. La gente no tiene tiempo para aprender cualquier cosa y hay que establecer prioridades como encontrar un empleo, comprar vivienda, tener novia, etc.
Saber Latin o griego, o tener una amplia cultura general, son ejemplos de lo que los biologos llaman una «cola de pavorreal»: algo que no sirve para nada pero que muestra a los demás que tienes inteligencia sobresaliente y posiblemente recursos suficientes como para tirarlos en aprender algo innecesario y puramente decorativo.
Aprender latín o griego sería una forma de «conspicuos consumption», como lo llaman los economistas. Es decir, algo que te compras para enviar señales de tu riqueza o superioridad a un grupo de personas a las que quieres impresionar. Es el equivalente en circulos no intelectuales de tener un automovil muy caro, un yate, una novía muy guapa, o un trofeo deportivo.
Jajajaja me encanta: «algo que no sirve para nada pero que muestra a los demás que tienes inteligencia sobresaliente y posiblemente recursos suficientes como para tirarlos en aprender algo innecesario y puramente decorativo».
Interesante artículo. Sólo matizaría un detalle: el castellano no se guía al cien por cien del latín a la hora de establecer la ortografía de una palabra, así que aquí el argumento puede irse a pique.
Hay palabras que en latín/griego se escriben con V/F/PH y en castellano son con B (abogado, bogar, abuelo, rábano), y palabras que en latín/griego son con B/P mientras en castellano con V (avellana, maravilla, móvil, ovillo). Lo mismo se puede decir de la H, que el castellano la mete muchas veces donde no debe (hermano -cfr. ‘encía’-, huevo, hueso, hinchar, husmear) y la quita cuando debe ponerla (acera, armonía, subasta, arpía).
No sólo eso, nuestras reglas ortográficas también tienen han alterado el uso de B/V o H en muchos préstamos: chubasco, grabar, cobarde, corbata, esbelto, bahía, maravedí, gavilán… No sé por qué lo hace.
Lo mismo se puede decir con respecto al género de las palabras latinas, puesto que algunas cambiaron de género al pasar al castellano o a otras lenguas románicas.
Respecto a no preguntar tanto por el «para qué», se halla en la línea de la moral kantiana cuando llega a cuestionarse para qué sirve un hombre y responder algo así como «para nada», dado que un hombre es un fin en sí mismo y no un medio para nada. Pero el latín sirve mucho…
La Psicolingüística nos ha dejado bien claro que, cuando un niño ya tiene medianamente adquirida su lengua materna, sus pensamientos serán ya casi siempre lingüísticos y no podremos discernir bien entre su pensamiento y su lenguaje, de forma que una alta competencia lingüística es indicadora de una alta capacidad intelectual. Conocer el latín medianamente bien y no el actual “cutreconocimiento” impuesto por nuestras leyes pseudoeducativas generales sirve para asentar adecuadamente nuestras estructuras mentales más profundas.
Y, por cierto, al primer espabilado que dijo que se tiene una «mente
lingüística» o una «mente matemática» habría que haberlo
ejecutado, porque la mente es lingüística, o ¿cómo hemos aprendido Matemáticas en España? ¿En ruso o en chino? Además, no conozco ni un solo licenciado en Filología Clásica que sea torpe y sí más de un ingeniero muy obtuso de mente.
Para resumir, alguna vez me gusta decir directamente que sirve para ser más inteligentes, para ser más humanos, para ser mejores personas o, directamente, para no hacer esa estúpida pregunta que yo, directamente, ni respondo, porque, sin ser telépata, me indica que estoy ante un retrasado mental (y sé algo de Psicopatología).
El zafio utilitarismo secundante de Jeremy Bentham provoca que muchos se pregunten por el fin de cualidades exclusivamente humanas como la autoconciencia, la ironía que lleva a la risa, la percepción estética, el amor exclusivamente altruista…
Tu artículo el cual comparto ínteramente me hizo recordar un comentario de un discutible personaje, le preguntaron que le había ayudado más en su carrera diplomática y dijo sin duda el latín aprendido en el seminario, me enseñó a pensar y expresarme era Taleyrand.
Los de Clásicas, siempre con los mismos argumentos que ya cansan hasta a los propios clasicistas.
El latín y el griego sirven para lo que todas las lenguas: para comunicarse. Es curioso que se considera viva una lengua, aunque en peligro de extinción, que sólo hablan dos personas en Sudamérica y están enfadadas entre ellas. De vez en cuando nos ponen en la tele a los cuatro frikis (con perdón) que se reúnen de vez en cuando a hablar élfico y todo el mundo lo ve igual de inútil pero, oye, qué esfuerzo, con lo bien que siempre viene aprender lenguas. Los informáticos están todo el día usando varios lenguajes (sin realización oral) que funcionan a nivel sintáctico exactamente igual que cualquier otra lengua «viva». Pero el latín está muerto y enterrado, pese a que hay bien de hablantes de ello en España y no, no son curas (¿no me creen? Acérquense cualquier sábado por la tarde a la residencia de estudiantes en Madrid, por ejemplo, y escuchen un rato). ¿No será que, igual que hay gente que tiene atravesada una lengua moderna porque no tuvo buen profesor en su etapa educativa, o es negada por naturaleza (no a todos se nos puede dar bien todo) respecto al latín y al griego nos dejamos llevar por los mismos prejuicios, o peor, prejuicios heredados? (Por cierto, prejuicios que llevamos heredando desde los ss. XIII-XIV, ¡ni más ni menos! Acudan a la gran obra de Luis Gil, «Panorama del Humanismo Español» y descubrirán que en este santo país llevamos arrastrando las mismas lacras en educación desde hace 800 años).
El latín y el griego están muy vivos y están todos los días con nosotros, lo que pasa es que han crecido y ya no se parecen tanto a cuando nacieron. Es muy fácil: piensen, abran la boca o lean un libro. Ahí están, escondidos entre las palabras. Si realmente no fueran tan útiles, en matemáticas, física, dibujo técnico… no se usarían las letras griegas para indicar valores, sino que se habrían creado símbolos nuevos.
Los de Humanidades van de víctimas, porque no sirven para nada. ¿Por qué? ¿De qué me sirve a mí, por ejemplo, que un señor salte desde la estratosfera, que se mande un robot a buscar piedras a Marte o que un señor resuelva una cuenta extrañísima que propuso alguien hace dos siglos? Pues en principio, puede parecer que para nada. Pero, amigos, el ser humano es curioso por naturaleza y en esta vida tan larga algunos tienen la suerte de tener mucho tiempo libre que ocupar. Unos lo ocupan estudiando un material más resistente en el espacio que luego ayudará a… vaya usted a saber qué en nuestra vida cotidiana. Y así con todo.
Yo, como humano curioso, decidí estudiar paleografía, o sea, cómo se ha escrito a lo largo de la historia. Y si bien mi aportación a la Humanidad pasará desapercibida «porque no sirve para nada», siempre me queda el consuelo de montar una exposición con los manuscritos a la que vengan extranjeros (¡nuestros salvadores! ¡por lo menos parecen tener más curiosidad por todo que mis convecinos y lo que para nosotros es una mierda para ellos es un tesoro), dejen divisas y ayuden a la economía.
Y sí, ¡por supuesto que la Historia, la Filosofía, el latín, la Retórica… no sirven para nada! Es más, no sé a qué están esperando para quitarlas y poner algo realmente útil, por ejemplo que los niños aprendan cocina desde pequeños, un poco de francés, alemán e inglés (para dar las gracias y preguntar qué van a tomar), a servir cócteles o a levantar un edificio, ¡que ya vendrán los extranjeros a explicar nuestro patrimonio, a estudiar nuestra literatura y lenguas y a excavar nuestros yacimientos! Vamos, a ocuparse de las cosas inútiles. Y luego lloraremos porque son los de fuera los que saben y gobiernan nuestras cosas.
Perdón por el tostón y gracias por los comentarios publicados. Siempre es bueno tener opiniones de todas las clases.
Adhiero al comentario y me gusto mucho eso de que no todo tiene que ser útil en el sentido del neomdernismo, basta que evoque valores e ideales que forjaron nuestra cultura e hicieron grande a Europa. Recuerdo una frase que leí en una placa de bronce en el mismo habitáculo del Tumulo de Santiago; «Europa vuelve a tus raices sé tu misma» firmada por Juan Pablo II. Agregaría que tengo mis dudas que podamos llegar a tener una idea completa de la Liturgia, Derecho Canónico e incluso comprender a los grandes humanistas sin tener, al menos, nociones del latín?
Muy bueno el artículo. Me avergüenza que pongan ese tipo de comentarios en la noticia de «meneame»… Pero bueno, quién no ha estado en el instituto y ha oído lo mismo… En fin… Saludos desde hispánicas
El artículo es interesante y útil en general, me ha gustado y tienes razón en muchas cosas, pero en otras se te puede criticar. Por ejemplo, no siempre la palabra en latín nos ayuda a escribir mejor en castellano, pues hay cambios entre «b» y «v». Por ejemplo, «abuelo» en latín es «avus». En este caso no nos ayuda. Pero el ejemplo que sí que me ha parecido realmente malo es el de «ratio» como palabra femenina. Las lenguas evolucionan, y si la mayoría de la gente dice «el ratio» y no «la ratio», eso habrá que aceptarlo. Del mismo modo decimos «el puente» y «el color» y no «la puente» ni «la color», como sí se hacía en castellano antiguamente. Si no aceptas la evolución de la lengua, abandona el castellano y habla latín, o protoindoeuropeo, o protosapiens…
Pero en portugués tenemos avô y avó que son abuelo y abuela 😀 «El ratio» no lo he oído en mi vida.
Me parece muy acertada tu reflexión. Yo añadiría algo. El conocimiento no siempre ha de tener un fin. Si en realidad se busca aprovechar, lo que se aprende no es por amor al conocimiento, sino por interés. La persona que así actúa sigue siendo ignorante en lo más profundo. No aprendió a aprender.
El conocimiento es riqueza por si mismo y responde a una necesidad del hombre.
En el caso de las lenguas, no solo sirve para conocerlas, que casi es el motivo menos importante y quizás con el tiempo se olvide. Pero nunca se va a perder la manera de extructurar, de exceptuar, los ¿por qués? lo ilógico de lo lógico. ¿para qué sirve el ajedrez y los problemas de matemáticas?
Las lenguas tienen la misión de ayudar a desarrollar la mente, algunas más que otras. Y dan la facultad de, a través de la historia, poder entender a nuestros compañeros de viaje.
El latín y el griego no sirven para nada útil. Es así y hay que aceptarlo. Podríamos discutir eternamente sobre si la música, el arte y otras disciplinas humanistas sirven para algo, pero nunca hallaríamos una verdad absoluta.
Por mi parte, y hablo desde el punto de vista de alguien que ha terminado la carrera de física y está haciendo un máster de astronomía: Las lenguas clásicas carecen de sentido en ellas mismas. Por un lado, el latín es demasiado absurdo para tomarlo enserio, en el Imperio Romano sólo unos pocos afortunados sabían leer y escribir, lo mismo pasaba en la antigua Grecia, así que el valor antropológico de los textos (la mayoría fueron destruídos y proceden de traducciones de oriente medio…) es más que discutible.
Por otra parte, las lenguas evolucionan, no es lo mismo el latín del siglo «x» que del siglo «y» así que obviamente, las diferentes estructuras, niveles de formalidad y ámbitos de uso variaron esperpénticamente. Nadie nos puede aclarar la idea de si estamos estudiando un latín de verdad, o una lengua de laboratorio, una amalgama de palabras antigua que han acabo convirtiéndose en un «estándar».
También cabe la pregunta de: ¿Por qué el arameo no se estudia? ¿Cuáles son las lenguas «clásicas»? No se puede dar el calificativo de clásicas a aquellas lenguas que nos apetece porque hay libros, profesores y material para que los adolescentes que huyen despavoridos de las matemáticas sepan decir cuatro palabras. Porque otro gran tema es ese, ¿cuántos de los alumnos que estudian latín o griego lo hacen por gusto? Yo creo que una minoría. Es cierto que las matemáticas no son muy populares como asignatura, pero en los videojuegos, en los ordenadores, a la hora de hacer la compra y en otros ámbitos, todo el mundo recurre a las matemáticas más fundamentales. Así que se podría decir que las matemáticas no disgustan, lo que disgusta es la interfaz, la presentación de estas al público más joven. Ahora bien ¿Quién utiliza el latín fuera de un aula? Si ya las lenguas regionales como el catalán, el gallego, el euskera, etc han perdido popularidad y requieren del esfuerzo de todo un sistema educativo para mantenerse en pié, ¿para qué mantener el sistema al límite enseñando cosas que no sirven realmente para nada?
Por último, termino con una cuestión: Si el latín y otras lenguas clásicas son inútiles a efectos de la vida cotidiana, si carecen de valor en la mayoría de grados universitarios, si están «muertas» desde hace siglos y todas las grandes obras ya han sido actualizadas y traducidas… ¿No sería lógico relegar las lenguas clásicas a academias particulares? ¿Por qué obligar a alguien a estudiar algo que no le ayudará en su futuro?
No es verdad que un texto antiguo no tenga «valor antropológico» por el hecho de que muchas personas no pudieran leerlo; no sabes y no has reflexionado qué hay detrás de la consignación por escrito de un texto con los recursos y necesidades de otros momentos, ni el tipo de textos que ello genera ni su orientación particular. Tampoco lo es que no se pueda estudiar latín porque los textos muestren variedades lingüísticas a nivel diacrónico.
Creo que los estudios filológicos cobran sentido sólo por poder refutar tus argumentos y la conclusión falaz a la que llegas.
El artículo es de agradecer, no obstante me choca que algunos comentarios den por sentado que el latín y el griego son lenguas muertas. Yo me pregunto ¿cómo se mata una lengua? Si es un
bien inmaterial ¿cómo muere? ¿Muere como una persona o como una cosa? La verdad es que las lenguas no mueren nunca porque son un bien inmaterial de la humanidad. De igual manera que la inteligencia, el pensamiento o la palabra, (λογος-ου –logos– en griego), no pueden morir. Mientras quede un solo hablante del latín y haberlos aylos, no morirá. Además es la lengua oficial del Estado Vaticano. Se puede aprender latín igual que se aprende inglés, francés o castellano, o el
alemán con sus declinaciones. En mi opinión, si por desgracia te han enseñado en Bachiller o en la Universidad el latín como una lengua muerta, desconfía al cien por cien.
Todos esos que contraponen a la CIENCIA (del latín scientia, de scio, saber) el estudio de las HUMANIDADES en la enseñanza media y que argumentan como razón la falta de tiempo piensan que es conveniente, lo antes posible, adaptar a las personas a las exigencias del Mercado, sin tiempo que perder, sin respeto la tierna edad (para que siga adelante un modo y modelo de relación social y económica que se presenta como natural e insustituible). Un joven de hoy debe estar más al corriente de cómo funcionan los bancos que de leer a los filósofos o escritores que han explicado la conducta humana y han ofrecido instrumentos de mejora social (un cierto equilibrio entre lo uno y lo otro no vendría mal). De este modo, la educación mantiene una relación humillantemente ancilar (de ancilla, sierva en latín)con los dictados del Dinero. Lo que debería ser sólo un intrumento para el intercambio de bienes y servicios se ha transformado en el Gran Jefe. Los educandos no son más que elementos de producción, o afines necesarios.Las diferencias entre educación e instrucción se confunden o borran y de este modo se habla a menudo de CURSOS DE FORMACIÓN que en realidad son CURSOS DE INSTRUCCIÓN sobre el uso de tal o cual máquina o de normas de funcionamiento que nunca se ponen en tela de juicio. Las últimas tres grandes reformas educativas han ido en esa dirección (la ley del 70, cuando aquel sujeto de Cabra pedía más gimnasia y menos latín y los maestros pasaron a llamarse profesores de de EGB; la LOGSE que denominaba al recreo segmento de ocio y que, por el nefasto diseño de los estudios, ha condenado a los jóvenes de Ciencias a no tener apenas noción de su cultura humanística (salvo que cuenten con buen ambiente cultural en su entorno) y a los de Letras a no saber casi nada de Física o Matemáticas; a unos y a otros a no reconocerse en la riquísima tradición cultural que ha definido el mundo occidental y, por tanto, a no ser capaces de responder a aquella pregunta que sugería el frontispicio del oráculo de Delfos de ¿quién soy yo?; la LOMCE intentará acelerar la adaptación. En el fondo, durante los últimos cuarenta y cinco años se ha producido un gran consenso de las élites económicas en educación, más allá de los rifirrafes para la galería y mareas verdes que van animando el ambiente. Ha habido Consejos Económicos y Sociales que han dictado a unos y a otros, meros subalternos, lo que en cada momento había que hacer. ¿Por qué hoy en 2º de bachillerato se estudia más Inglés que Literatura o Filosofía? No por la belleza del Inglés, que la tiene, sino porque es la lengua del tráfico (económico y de personas). Un término que podría valer para definir este fenómeno es el de industrialización de la enseñanza, en cierto modo comparable al de la producción de carne de pollo (mucha cantidad, poca calidad, y más beneficio para el mercado). Cuanto más se profundice en esa dirección, más provincianismo cronológico (nuestro tiempo es el mejor y los demás son despreciables -porque los ignoro-), menos capacidad de crítica social y más fe obcecada en que nos hallamos en el mejor de los mundos posibles, sin nada que alegar. Pero hoy estamos en un callejón sin salida y tendrán que ser de nuevo los humanistas quienes iluminen el camino.
Hola. En un artículo leí que lengua muerta significa que ya no tiene evolución, desarrollo, mejoras, cambios, revisiones.
Excelente la enseñanza y comentarios acerca del idioma, si todos nos preocupáramos en expresarnos con propiedad el mundo sería más culto,
me satisfacen bastante los comentarios que recibo.
Atte.
Armando.
Sin lugar a dudas, la enseñanza que recibo del castellano me permite ampliar mi conocimiento del idioma lo cual me es necesario para expresarme con propiedad y enseñar a otros a hacer los mismo.
Atte.
Armando Pasache
A mi me parece DE VERGÜENZA este artículo, y más habiéndolo escrito, se supone, por alguien que dice defender el latín y el griego.
Vamos a ver, el latín y el griego sirven para todo eso que dices, pero se te olvida lo fundamental: PARA LEER A LOS CLÁSICOS EN SU LENGUA ORIGINAL. Ah, no claro, que eso no son capaces de hacerlo ni el 1% de los que estudian latín y griego (incluídos licenciados en Filología Clásica).
Mientras no se vuelva a los métodos del Humanismo y se enseñe latín y griego DE VERDAD, por gente que lo hable con fluidez (como en Italia, Luigi Miraglia) es evidente que el estudio de esas lenguas no sirve para nada.
También soy filóloga como tú. Universidad de Antioquia Medellín Colombia. El haber estudiado esos idiomas clásicos me ha facilitado mi buen castellano que me ha permitido ser profesora y escritora, columnista periódicos, el haber sido premiada, el haber educado a mis hijos con cultura! Y dominar el francés, saber inglés y estar estudiando alemán. Conocer el portugués y haber intentado el ruso. El lenguaje hace la persona, ¨por sus PALABRAS los conoceréis¨. Y que tal el inventico de Orwell en su libro 1984? Embolatar a la gente con el cambio de los significados!
Argumentos hay para dar y tomar, que solo convencen a los que ya estan predispuestos en un sentido. Solo pregunto esto: ¿ creen que nuestros alumnos serían los mismos estrujandose las neuronas en los vericuetos de la sintaxis latina o recitando de memoria versos del Corán?
¡Muy bueno! Y muy cierto. En el aprendizaje de idiomas, por ejemplo, el alemán tiene declinaciones. Para quien ha estudiado latín, le facilita mucho las cosas. Vale, a menudo es imposible saber el género y plural de una palabra, pero el «Akkusativ» y el «Dativ» quedan claros.
Y aunque el griego actual sea tan o más diferente del antiguo como nuestro castellano del del Cantar de Mío Cid, si te vas de vacaciones a Grecia puedes leer los carteles (y quedar superbien con los locales). Y eso es πολύ καλό. 🙂
Me encanta la pàgina y las opiniones que han compartido, ya me atreveré a dar las mias.
Solo entré a esta página para clarificar el uso de la palabra alumno o estudiante, por curiosidad me seguí leyendo en este tema, y luego interesada ya, me leí todos los comentarios, me parece que desde su locus de enunciación son excelentes, algunos divertidos , curiosos y enriquecedores, gracias saludos desde México.
Que hay que ver, que tiene una mezcla de lenguas maravillosa.
Me he leído todo este artículo y más que hay en esta web porque estoy buscando información.
El caso es que hace años que me pregunto, sabiendo yo hablar y entender perfectamente portugués, castellano, catalán, francés e italiano y además también entender perfectamente el gallego y el occitano, por qué no entiendo el latín? Pués, sí señor. No lo entiendo. Cada una de todas estas lenguas me ha llevado a la otra. Fijaros en qué orden las he escrito. Podeis leerlas en cualquiera de ambos sentidos.
El caso es que no le encuentro ninguna similitud a muchísimas expresiones (latinismos) que muchas veces la gente nos cuela en medio de una conversación, entrevista, artículo, etc… y me dificulta la comprensión de lo que se dice. Estoy a favor que alguien suelte un latinismo, ya que auditivamente lo conozco, pero por favor, que lo traduzca. Así será más posible que la gente acabe aprendiéndolos.
Vereis, puedo dar fe que cada una de estas lenguas romances que he mencionado antes la he aprendido de manera autodidacta en tan solo tres meses. Cada una de ellas solo tres meses, y no creo ni por asomo que esto vaya a pasar con el latín. De hecho, con el puñado de lenguas romance que conozco el latín ya me tendría que salir sin pensar. Pero no es así. El tema de las declinaciones lo descarto, porque también hablo alemán y estudio ruso y tengo el tema de las declinaciones trilladísimo.
Buscando información he visto que hay muchísimo vocabulario que no se parece en nada a ninguna de estas lenguas romance, y otro porcentaje muy elevado lo conocemos pero como palabras más bien cultas cosa que a veces dificulta la traducción. La sintaxis, bueno! Tengo que pasarme media hora para ver la lógica entre la frase latina y la traducción.
Sí, el latín es una lengua muy antigua, pero también lo son las demás lenguas romance y puedo asegurar que en algunas de ellas lo he intentado y puedo afirmar que puedo entender textos y libros antiguos de varios siglos. Entonces, por qué, si se ha conservado el latín hasta nuestros días, no se puede entender mínimamente para los que no tuvimos la oportunidad de estudiarlo de jóvenes? No digo aprender a hablarlo correctamente con facilidad, sino a simplemente entenderlo.
Para las lenguas germánicas se habla de una hipotética lengua germánica común de la que no quedan testimonios, e igual del eslavónico para las lenguas eslavas. Es decir, en estas otras dos grandes famílias linguísticas no pueden comparar sus lenguas con su lengua madre pero sí se pueden comparar las lenguas romance con el latín. Y yo lo comparo y me parece que hay muy poca similitud. Ninguna lengua romance tiene el género neutro, en cambio todas las lenguas germánicas (salvo el inglés, que es un caso aparte) y todas las lenguas eslavas lo conservan.
En fín, me hago muchas preguntas. A ver si alguien me responde.
Se trata de la estilización retórica -y su uso de un léxico y unas estructuras gramaticales distintas de la lengua oral- de los textos literarios y jurídicos, de los que emana la mayoría de las expresiones latinas en uso hoy. Tome usted las inscripciones de Pompeya y verá el cambio.
En fín, 24 horas después he encontrado esta web http://es.slideshare.net/sandrayvictor/manual-latn-i-con-ejercicios?related=1 y me tengo que tragar mis palabras. Todas y cada una de las que puse ayer. Con esta web estoy empezando a entender el latín. Las claves:
1/ Para descifrar una palabra latina, ya sea un sustantivo, un verbo, un adjetivo, etc… o bien la palabra la utilizamos en nuestro vocabulario cotidiano, o bien hay que pensar que es un cultismo. Por ej, costa se llama litus. Hay que pensar en la palabra litoral y ya está. Otro ejemplo, cane viene de la palabra can= perro. Aunque en el italiano moderno se sigue diciendo igualmente cane.
2/ Las desinencias: O bien son declinaciones o simples conjugaciones verbales. Hay que estudiarlas un poco para llegar a familiarizarse con ellas y listos.
Ambas cosas despistan bastante, pero ha sido ponerme un poco con el tema y comprender en poquito tiempo cómo descifrar para llegar a entender el latín y así desmentir mi equivocada teoría que hasta ayer tenía. Poder comprender el latín es lo que quería conseguir, y hoy ya lo veo factible y hasta fácil de conseguir. El tiempo me dirá si voy a querer aprenderlo a hablar.
Saludos a todos
Yo te recomiendo que le eches un vistazo al Lingua Latina per se illustrata. Buena inversión, estupendo para aprender latín incluso de forma autodidacta: http://www.amazon.es/gp/product/1585104205/ref=as_li_ss_tl?ie=UTF8&camp=3626&creative=24822&creativeASIN=1585104205&linkCode=as2&tag=delcastellano-21
También tienes esta gramática latina que he escrito: https://academialatin.com
Un saludo,
Javier Álvarez
Muchas gracias por los links. La verdad es que ya empiezo a entender frases algo complejas con subordinadas y con hasta 3 casos de 1ª y 2ª declinación. El hecho de saber alemán y ruso me ayuda bastante con los casos.
Muy buen artículo. Estudié latín tres años en el bachillerato, por lo que, por experiencia propia, podría añadir que estudiar y traducir sirve, sencillamente, para pensar, para que esa máquina llamada cerebro trabaje y no se oxide. ¡Vivan las lenguas antiguas!
¿Defender por qué hacemos las cosas que no dañan a nadie? Vana tarea. Cuando alguien me pregunta qué hago estudiando latín les digo que lo hago porque me gusta. Punto.
Es raro que nadie se pregunte para qué sirve ir a la Luna, para qué sirven las armas atómicas, para qué sirve la contaminación ambiental y demás «humanidades» de las ciencias duras.
En el blog que indicaste encontré la siguiente perla:
«Un punto fundamental de los muchos de las reformas destinadas a meter a España en el tercer mundo lo más rápidamente posible.
Una sociedad acientífica en un mundo que depende totalmente de los avances tecnológicos es un pueblo de borregos, presa fácil para cualquier poder».
Con cierto resquemor de argentino, me permitiría recordar que no es precisamente en el llamado Tercer Mundo donde se cuestiona la enseñanza de la evolución de las especies o la teoría del «big bang», sino en los Estados Unidos (al parecer, «presas fáciles de cualquier Trump»)
Entré en esta página porque siempre he sentido curiosidad por averiguar qué beneficios aporta saber latín, ya sea a estudiantes o ciudadanos que finalizaron años atrás sus estudios en la escuela. De momento, salvo a aquellas personas que lo estudian por simple placer, por ocio, al igual que pueden aprender a tocar un instrumento o aprender a jugar al ajedrez, no le veo la utilidad, pues sin bien aprender un idioma tiene efectos en luchar contra el envejecimiento cerebral, más útil sería aprender inglés, el latín de los nuevos tiempos, que conseguiría el mismo efecto cognitivo y además no permitiría comunicarnos con millones de personas. En cuanto a que permite aprender mejor un idioma o entender mejor el nuestro, creo que tendría explicación en estudios avanzados de filología, pero no en el de ciudadanos normales que son incapaces de leerse un buen libro de gramática y estilo de su propia lengua que les posibilitaría mejorar considerablemente su escritura, aun careciendo del conocimiento más elemental de latín y griego. En cuanto al argumento de que el saber no ocupa lugar, referido a aprender latín, nos encontramos con un dicho que es un enorme camelo: el conocimiento es virtualmente infinito y cada vez que optamos por aprender algo descartamos el `tiempo’ en aprender otra cosa, por tanto el saber sí ocupa lugar. Así pues, lo propio es aprender aquellas cosas que no sean útiles en la vida, que tiene un tiempo limitado, como bien pudiera ser aprender gramática española, inglés y una profesión que nos permita comer y pagar las facturas, dejando el tiempo libre para aquellas cosas que nos produzca satisfacción estética, como pudiera ser el latín, griego, el ajedrez, la ópera, pintar, cantar o cultivar orquídeas. Pero por favor, no sobrevaloremos el estudio del latín más allá del simple placer de saberlo o de su indudable utilidad en estudios científicos.
Genial artículo y descubrimiento. Me quedo por aquí, para seguir aprendiendo.