Tiempo ha, leí el interesante —aunque excesivo— Inventario general de insultos, de Pancracio Celdrán. Encontré varias veces con que don Pancracio empleaba construcciones como esta que cito de su entrada «snob»:
En cuanto a su etimología, Salvador de Madariaga asegura ser de origen latino vía lengua inglesa.
Pancracio Celdrán, Inventario general de insultos
A la mayoría de hispanohablantes les sonará algo raro ahí…
El castellano conserva la mayoría de construcciones de infinitivo del latín. El infinitivo forma, en general, oraciones subordinadas completivas, ya sea de objeto directo (p. ej. «Quiero vivir en la costa»), ya sea de sujeto («Me apetece comer pescado»; «Fumar tabaco mata»; «Errar es humano»).
Dicho eso, vamos al lío.
Contenidos del artículo
¿Qué son las oraciones de infinitivo?
Esta función completiva es heredada tal cual del latín, donde de hecho se hacía un uso todavía más intensivo del infinitivo, en las famosas oraciones de infinitivo, aquellas cuyo sujeto se construía en acusativo (el caso del objeto directo). Recordémoslas para los nostálgicos:
Caesar pontem rescindi iubet.
César ordena el puente ser destruido. (traducción literal)
Julio César, Guerra de las Galias 1.7 (adaptada)
César ordena que el puente sea destruido. (traducción natural)
Quizá algún avezado lector haya reparado en que la estructura es exactamente la misma que en las oraciones de infinitivo inglesas:
Caesar orders the bridge to be destroyed.
Para verlo más claro, un ejemplo con un pronombre objeto (descendiente del acusativo):
I want him to do his homework.
Quiero que (él) haga los deberes.
Es así como se traduce, y no esas horribles traducciones que se encuentran ocasionalmente, por creer que to do es oración final, y no un simple infinitivo:
*Lo quiero a él para que haga sus deberes.
Veamos otro ejemplo del latín con sus respectivas traducciones:
Illa missam esse a patre dixit.
Aquella dijo haber sido enviada por su padre. (traducción literal)
Higino, Fábulas 169a (adaptada)
Aquella dijo que había sido enviada por su padre. (traducción natural)
En esta ocasión, la traducción literal, si bien un poco artificiosa, sí que suena a español. ¿A qué se debe?
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Oraciones de infinitivo en español: a veces sí, a veces no
En general, con verbos de lengua ‘decir, hablar, asegurar, afirmar…’, entendimiento ‘creer, pensar…’ y sentido ‘ver, oír…’, podemos construir una oración de infinitivo siempre y cuando el sujeto de ambas oraciones sea el mismo.
En el primer ejemplo, el sujeto de la oración principal es «César»: «César ordena…»; el sujeto de la oración subordinada es «puente»: «que el puente sea destruido». Al tratarse de dos sujetos diferentes, el español no acepta —o lo hace a regañadientes— la construcción en infinitivo. Esto tiene la excepción de los verbos de sentido, donde el español acepta las oraciones de infinitivo, como en «Oigo doblar las campanas» o «Veo al niño caerse».
En el tercer ejemplo, el sujeto de la oración principal es «aquella»: «Aquella dijo…»; el sujeto de la oración subordinada sigue siendo «aquella»: «que (aquella) había sido enviada por su padre». Al ser el mismo sujeto el de la oración principal y el de la subordinada, el español sí acepta la construcción en infinitivo: «Aquella dijo haber sido enviada por su padre».
El infinitivo latinizante en español
Volviendo a la cita de don Pancracio, vemos que el sujeto de la oración principal es «Salvador de Madariaga»: «Salvador de Madariaga asegura…»; el sujeto de la oración subordinada es «su etimología»: «su etimología es de origen latino».
Volvemos a tener dos sujetos distintos, por lo que la construcción debería haberse hecho con una subordinada introducida por «que»: «En cuanto a su etimología, Salvador de Madariaga asegura que [la etimología] es de origen latino vía lengua inglesa». De lo contrario, parecería que es el propio Salvador el que es de origen latino…
Retorno del accusativus cum infinitivo
En cualquier caso, no es algo que haya introducido don Pancracio en el español (¡ni mucho menos!), sino que parece ser un uso sintáctico culto que se introdujo en el siglo XV. En La Celestina encontramos la siguiente frase:
No creo ir conmigo el que contigo queda.
↳ No creo que vaya conmigo el que contigo queda.
Fernando de Rojas, La Celestina
Otro ejemplo que tengo a mano es este del argumento de la carta de Dido a Eneas de las Heroidas de Ovidio en la traducción de Diego Mexía (1565-1634):
Recibió la reina Dido a Eneas liberalísimamente y, sabiendo ser hijo de la diosa Venus y de Anquises, le entregó las primicias de su honradísima viudez.
Diego Mexía en su traducción de las Heroidas de Ovidio (adaptado)
Sin duda, habríamos esperado actualmente algo en la línea de «sabiendo [ella, Dido] que [él, Eneas] es hijo de la diosa…».
Estas oraciones posiblemente entraron en el español, en efecto, desde el latín, pero por mediación del italiano, donde eran comunes hasta el Seicento (siglo XVII), como en esta cita del Decamerón de Boccaccio (siglo XIV):
[…] manifestamente conobbe essere stata vera la sua visione.
[…] supo de forma evidente haber sido su visión (que su visión había sido) verdadera.
Boccaccio, Decamerón
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