Hoy, aprovechando que recientemente ha sido el Día de Andalucía, contaré una pequeña anécdota de cómo una cena con unas amigas estadounidenses me hizo reflexionar y descubrir un rasgo del habla andaluza del que hasta entonces no era consciente: el alófono velarizado de /n/ a final de palabra. Aunque no soy en absoluto andalucista, sirva como homenaje filológico.
Entre la variedad de opciones de la carta de cierta cadena de pizzerías se encontraba una llamada «pecado carnal». Les pregunté a mis amigas estadounidenses si sabían qué significaban esas palabras, y me dijeron que no. Entonces les traduje el nombre al inglés: carnal sin. No me entendieron. Volví a repetirlo: «pecado carnal significa carnal sin». Seguían sin entenderme, y su cara era de gran confusión. Volví a repetirlo. Aún confundidas, intentaron ayudarme: «¿cantar carnal?». «No, no [sing]: [sin]», respondí yo. En medio de la frustración de todos, decidí escribirlo en el móvil: carnal sin. «Ahhhh».
En ese momento no comprendí por qué no me habían entendido. Meses más tarde, en un momento de inspiración, intuí qué podía haber pasado.
Para entender de qué va la cosa, primero hay que dejar claros algunos puntos, que intentaré exponer lo más concisamente posible.
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En español, el sonido [ŋ] solo ocurre delante de los sonidos /k/ («encanto»), /g/ («manga») y /x/ («angina»). La transformación de la [n] en [ŋ] es automática, inconsciente, en estas tres posiciones.
Si uno se fija en el simbolito ŋ, ve que representa una n con el rabito de una g, es decir, es una mezcla de ambas letras (nasal + velar), y esto es porque la [ŋ] se pronuncia aproximando la parte trasera de la lengua al velo del paladar, exactamente igual que /k/, /g/ y /x/, en vez de tocando los alveolos con la punta de la lengua como la [n]. Esta asimilación en el punto de articulación responde al ahorro de esfuerzo articulatoriodel que hablamos en su momento.
Pronunciación de [n] y [ŋ]Compárese la casi idéntica posición de la lengua en la realización de [ŋ] con la de /k, g/ en esta imagen; la única diferencia es la apertura de la cavidad nasal, igual que en /n/, para que el aire salga por la nariz en lugar de por la boca.
¿Por qué cambiamos [n] por [ŋ]?
Como hemos dicho, el cambio de [n] a [ŋ], automático e inconsciente, responde al ahorro de esfuerzo articulatorio; pero si un hablante se esforzara en pronunciar [enˈkanto] (pronunciación forzada) en lugar de [eŋˈkanto] (pronunciación natural), todos los hispanohablantes seguiríamos entendiendo la palabra perfectamente y posiblemente ni nos daríamos cuenta de que el hablante ha hecho tal esfuerzo. Esto es porque, a oídos hispanohablantes, ambos sonidos son prácticamente lo mismo y no suponen cambio ninguno en el significado de una palabra (distinción de andar por casa entre fonema y alófono).
El quid de la cuestión es que, en inglés, la diferencia entre [n] y [ŋ] es totalmente relevante: aparte de ocurrir lo mismo que en español (es decir, que [n] se convierte en [ŋ] ante /k, g/), el sonido [ŋ] puede aparecer en otras posiciones (sobre todo a final de palabra) y establecer una diferencia de significado entre un par de palabras casi idénticas (pares mínimos), en las que la única diferencia es la aparición de una [n] o una [ŋ]. Un ejemplo que viene al caso es sin [sɪn] ‘pecado’ y sing [sɪŋ] ‘cantar’.
Qué estaba ocurriendo en la pizzería
Una vez que estamos familiarizados con la teoría, veamos cuál era el problema que impedía que las estadounidenses me entendieran. Se desprende de todo lo dicho que yo no estaba pronunciando [sɪn], sino [sɪŋ], y por eso ellas no entendían «pecado» como yo pretendía, sino «cantar».
La velarización de la nasal final, así como la nasalización de la vocal, son procesos característicos tanto en el español peninsular (especialmente en Andalucía) como en diferentes dialectos del español de América.
La comprobada antelación de la mayor parte de los rasgos en Andalucía y su traslación desde los primeros tiempos de la conquista a América, así como el peso demográfico de los colonos de esa procedencia, no dejan ya dudas de que los andaluces constituyeron un fermento —y decisivo fermento— de varios de los principales rasgos fonológicos que caracterizan a gran parte del español americano.
En los casos de -n final absoluta, abunda, junto a la articulación velar de esa [n (ŋ)], sobre todo al enfatizar la pronunciación, la desaparición de la consonante, que es sustituida por una gran nasalidad: por ejemplo «melón» [mêlõ].
Muchos andaluces pronuncian -n como [ŋ]
En resumen: la mayoría de andaluces (y ciertos hispanoamericanos, principalmente del Caribe) no pronuncian la n al final de palabra como [n], sino como [ŋ], y esto ocurre de forma tan inconsciente como en el resto de hispanohablantes la transformación de [n] en [ŋ] ante /k, g, x/.
Este rasgo propio del habla andaluza, al ser inconsciente, se traslada a cualquier otro idioma, y, si un andaluz pronuncia «dame pan» como [ˈdame ˈpaŋ] en lugar de [ˈdame ˈpan], es normal que diga sin como [sɪŋ] en lugar de [sɪn] hasta que se le hace caer en la cuenta de ello (momento que, por cierto, a mí, en mis lustros como estudiante de inglés, nunca me llegó).
Curiosamente, según mis propias observaciones caseras (la muestra hemos sido mis familiares y yo mismo), este fenómeno se extiende fuera de lo que parecería lógico. Por ejemplo, un andaluz pronuncia «pan» como [ˈpaŋ], pero «pana» como [ˈpana], pues la n ya no está en posición final. Si tenemos en cuenta que en el hablar normal las palabras se van enlazando, lo normal sería que «pan andaluz» se pronunciara [ˈpanandaˈluθ], ya que la n final de «pan» ha dejado de ser el último sonido de la cadena hablada.
Sin embargo, la pronunciación esperada [ˈpanandaˈluθ] puede (o no) ser sustituida por [ˈpaŋandaˈluθ], y ambas pronunciaciones pueden darse en el mismo hablante sin razón aparente para que se dé una u otra (esto es que los alófonos aparecen en variación libre). Este hecho, según mis observaciones (hechas a raíz de algo que leí en un documento que ahora no puedo localizar), parece ser más propio de las nuevas generaciones, y de hecho así ocurre conmigo mismo, que tiendo a pronunciar [ˈpaŋandaˈluθ], mientras que mis padres conservan más la pronunciación [ˈpanandaˈluθ].
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Comentarios
Robertodice
Hola. No son solamente los andaluces, hay otros españoles que también lo hacen (puede que tengan padres andaluces o algo parecido). Por ejemplo, las n finales de Alfredo Pérez Rubalcaba y de Esperanza Aguirre suenan un poco velares. En América, los caribeños («Revolucióng») y los peruanos de la costa («cantang»).
En mi dialecto, es un fonema independiente en los préstamos del mapudungun: culenges /ku’le.ŋes/, ngerehue, etc.
Hay otro fenómeno del hablar andaluz que he conocido por García Lorca, es el cambio de /l/ por /r/ por ejemplo /delantarito/ en lugar de /delantalito/ o /árbor/ en lugar de /árbol/. Sin embargo, en América Latina, especialmente en Puerto Rico, he notado lo contrario, /amol/ en lugar de /amor/ o /palcelo/ en vez de /parcero/. ¿A qué se deben estos cambios en la pronunciación?
La confusión de líquidas (es decir, /l, r/) es frecuente en muchas lenguas. Piensa por ejemplo en el tópico de los asiáticos hablando en otro idioma: los chinos lo pronuncian todo con /l/ y los japoneses todo con /r/. También hay confusión en las lenguas indoiranias antiguas.
En cuanto a los casos concretos de Andalucía y Puerto Rico, ahora mismo no sabría decirte exactamente qué es lo que ocasionó la confusión, pero es posible que fuera la influencia de lenguas cercanas (árabe y lenguas indígenas respectivamente).
La mayor parte de los rasgos distintivos del andaluz están presentes en parte en las hablas americanas llamadas «de tierras bajas»: caribeño, rioplatense, chileno y costeño mexicano. Aparte del seseo y el yeísmo conocidos de sobra, también las evoluciones de consonantes a partir de la aspiración de s precedente («refalar», «difariar», «jujao», «rahcuñar/rajuñar», «rejatar»), los cambios en las líquidas («ehparda», «peldío»), la geminación de consonantes luego de una s o r perdida («mimmo», «Calloh»), la supresión de r finales («buhcá», «muhé») y, claro, la aspiración de s, la pérdida de d entre vocales, que ya están apareciendo también en el resto de España y en otras partes de América.
Hace un tiempo he dudado de la lengua e idioma que se habla en la costa caribe de Colombia. Mucha razón hay en la entrada del Sñr Roberto. El Sñr José María Perez Orozco sustenta una tesis en la que sostiene que en estos países y zonas costeras principalmente no se habla el Español con variante Castellana sino el Andaluz por las razones que dieron arriba y otras de tipo histórico, aveces pienso que nos siguen estafando en las escuelas y hay un error hasta en la misma constitución política. Por Youtube hay un par de videos del Sñr José muy interesantes.
Esto me recuerda los sufrimientos que padecía mi profesor de inglés en el colegio cuando intentaba que pronunciáramos show y no chow. Nos decía,»dí muchacho» y respondíamos «mushasho». El profe decía ahora, «ahora dí ‘show'» y respondíamos automáticamente «chow». Entonces, ¿por qué teniendo de forma más o menos automatizada una pronunciación, la modificamos y nos resulta casi imposible mantenerla para un sonido parecido en otro idioma? (nótese el uso de «¿»)
CarlosVdeHabsburgo (fotógrafo). Rodrigo de Triana. Estatua. 1973. Triana, Sevilla. «Rodrigo de Triana». Wikipedia: La enciclopedia libre. Wikimedia Foundation. 20 de febrero de 2014. Web. 2 de marzo de 2014.
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Hola. No son solamente los andaluces, hay otros españoles que también lo hacen (puede que tengan padres andaluces o algo parecido). Por ejemplo, las n finales de Alfredo Pérez Rubalcaba y de Esperanza Aguirre suenan un poco velares. En América, los caribeños («Revolucióng») y los peruanos de la costa («cantang»).
En mi dialecto, es un fonema independiente en los préstamos del mapudungun: culenges /ku’le.ŋes/, ngerehue, etc.
Saludos.
Gracias por tu comentario, Roberto. Efectivamente, esas zonas que comentas también se caracterizan por este rasgo.
Me fijaré en lo de los «señores» políticos que dices.
Hay otro fenómeno del hablar andaluz que he conocido por García Lorca, es el cambio de /l/ por /r/ por ejemplo /delantarito/ en lugar de /delantalito/ o /árbor/ en lugar de /árbol/. Sin embargo, en América Latina, especialmente en Puerto Rico, he notado lo contrario, /amol/ en lugar de /amor/ o /palcelo/ en vez de /parcero/. ¿A qué se deben estos cambios en la pronunciación?
La confusión de líquidas (es decir, /l, r/) es frecuente en muchas lenguas. Piensa por ejemplo en el tópico de los asiáticos hablando en otro idioma: los chinos lo pronuncian todo con /l/ y los japoneses todo con /r/. También hay confusión en las lenguas indoiranias antiguas.
En cuanto a los casos concretos de Andalucía y Puerto Rico, ahora mismo no sabría decirte exactamente qué es lo que ocasionó la confusión, pero es posible que fuera la influencia de lenguas cercanas (árabe y lenguas indígenas respectivamente).
¡Qué interesante! ¡Cuántos tesoros como este que describes habrá escondidos en los huecos de nuestras hablas andaluzas! Salud(os).
La mayor parte de los rasgos distintivos del andaluz están presentes en parte en las hablas americanas llamadas «de tierras bajas»: caribeño, rioplatense, chileno y costeño mexicano. Aparte del seseo y el yeísmo conocidos de sobra, también las evoluciones de consonantes a partir de la aspiración de s precedente («refalar», «difariar», «jujao», «rahcuñar/rajuñar», «rejatar»), los cambios en las líquidas («ehparda», «peldío»), la geminación de consonantes luego de una s o r perdida («mimmo», «Calloh»), la supresión de r finales («buhcá», «muhé») y, claro, la aspiración de s, la pérdida de d entre vocales, que ya están apareciendo también en el resto de España y en otras partes de América.
Saludos.
Estupenda síntesis, Roberto.
Muy bueno el artículo! La verdad es que son esas pequeñas cosas de las que no te das cuenta si no viene nadie y te lo dice tan claramente.
Yo soy de Cartagena y me gustaría añadir que pese a no ser andaluces este fenómeno también se da por aquí (me he estado fijando, jejeje).
Un saludo!
¡Gracias por el testimonio! 😀
Hace un tiempo he dudado de la lengua e idioma que se habla en la costa caribe de Colombia. Mucha razón hay en la entrada del Sñr Roberto. El Sñr José María Perez Orozco sustenta una tesis en la que sostiene que en estos países y zonas costeras principalmente no se habla el Español con variante Castellana sino el Andaluz por las razones que dieron arriba y otras de tipo histórico, aveces pienso que nos siguen estafando en las escuelas y hay un error hasta en la misma constitución política. Por Youtube hay un par de videos del Sñr José muy interesantes.
Esto me recuerda los sufrimientos que padecía mi profesor de inglés en el colegio cuando intentaba que pronunciáramos show y no chow. Nos decía,»dí muchacho» y respondíamos «mushasho». El profe decía ahora, «ahora dí ‘show'» y respondíamos automáticamente «chow». Entonces, ¿por qué teniendo de forma más o menos automatizada una pronunciación, la modificamos y nos resulta casi imposible mantenerla para un sonido parecido en otro idioma? (nótese el uso de «¿»)