Circula una etimología popular que asegura que el sustantivo «testigo» (y cualquier derivado como «testamento») proviene de la costumbre que tenían los romanos de apretarse los testículos con la mano cuando juraban decir la verdad. Incluso Corominas parece caer en este error. Aunque esta etimología tiene ciertos visos de verosimilitud, además de contar con el plus sexual, es falsa.
En este artículo trataremos de dilucidar la verdadera etimología de «testigo».