Recuerdo que, durante la carrera de Filología Clásica, una profesora nos aconsejaba de vez en cuando que nos consideráramos estudiantes mejor que alumnos. Aunque actualmente ambas palabras vienen a significar lo mismo en líneas generales, su recomendación era más bien un juego etimológico.
Veamos por qué nos decía a nosotros, filólogos en ciernes, que nos comportáramos más como estudiantes que como alumnos.