Un concepto fundamental en lingüística histórica —que las hipótesis tipo Cortez-Huertas parecen ignorar por completo— es el de la cronología relativa. Insisto en que este es un concepto importantísimo a la hora de estudiar la evolución de las lenguas en general y, especialmente, la evolución de la fonética de las palabras en particular.
Nos sonará de matemáticas lo de que el orden de los factores no altera el producto: 4 × 2 = 8, igual que 2 × 4 = 8. En cambio, en las divisiones y en las restas el orden sí que altera el resultado: 4 / 2 = 2, pero 2 / 4 = 0,5.
Algo muy parecido ocurre en gramática histórica. En los diversos cambios que va sufriendo una palabra a lo largo de su historia (los cambios no ocurren simultáneamente y de un día para otro, sino que van ocurriendo paulatinamente), el cambio número 2 afecta al resultado del cambio número 1, y el cambio número 3 afecta al resultado del cambio número 2 (y por tanto también del número 1), etc.
De aquí hemos de suponer que, en muchos casos, el orden de los cambios afectará al resultado final. Por ejemplo, del étimo latino delicatu tenemos el resultado español «delgado». Nos centraremos en dos cambios, que ocurrieron en momentos diferentes:
- síncopa de i pretónica > ∅
- sonorización de c intervocálica > g
El orden en que ocurrieron estos dos cambios es fundamental para que hayamos tenido el español «delgado» y no *«delcado». Si primero hubiera ocurrido la síncopa, habríamos tenido una etapa delcato; entonces, en el momento de la sonorización de oclusivas intervocálicas, t sí habría pasado a d, pero c ya no estaría entre vocales y habría permanecido *«delcado». Por tanto, este orden de los fenómenos, esta cronología relativa, es incorrecta.
La correcta es la cronología en que primero tenemos sonorización de oclusivas intervocálicas, con resultado delegado, y, luego ya sobre ese resultado, tenemos la síncopa de la vocal pretónica, resultando correctamente en «delgado».
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Primera cuestión: español vs. francés
Según lo visto, podemos explicar fácilmente la cronología relativa de los cambios entre el latín collocare > «colgar». (Hay que partir de una forma vulgar colocare, que explica también el italiano coricare ‘acostar’ y el francés coucher ‘acostar, poner de lado’).
Para explicar la evolución del francés, hemos de tener en cuenta las siguientes reglas:
- el francés también sonoriza las oclusivas sordas intervocálicas
- palatalización de /k/ ante /a/ (explica ‑care > ‑cher)
- una /l/ implosiva suele convertirse en u (cf. «delfín» ↔ dauphin, «salchicha» ↔ saucisse)
Respuesta
La cronología relativa ha de ser distinta en francés respecto al español. Si el orden fuera igual en francés, habríamos tenido colocare > col(o)gare > cougare, donde el final ‑gare habría evolucionado de forma análoga a purgare > francés antiguo purgier > francés actual purger.
En francés, primero debió darse la síncopa, de modo que resultara colcare y ya c no pudiera sonorizar por no ser intervocálica; esto permitiría que ‑care > ‑cher (igual que caru > cher ‘querido’).
Segunda cuestión: rotacismo en latín
Sabemos que en el siglo IV a. C. se había consumado el rotacismo en latín: una s intervocálica se convertía en r. Así, de esam tenemos eram (raíz original es‑ visible en formas como est, estis…) y de iuse tenemos iure (raíz original ius‑, en iustus).
¿Por qué, entonces, tenemos palabras como asinus, con s intervocálica que no ha cambiado a r?
Respuesta
El rotacismo ya había actuado en el siglo IV a. C. Como los fenómenos suelen desactivarse cuando ya han actuado, hemos de suponer que asinus es un préstamo que el latín tomó a posteriori, cuando ya había pasado la época de rotacismo.
Si la palabra asinus hubiera estado en el vocabulario latino antes del siglo IV a. C., habría evolucionado como las demás. Por tanto, la cronología relativa aquí es:
- Se consuma el rotacismo (y se desactiva)
- Se toma asinus como préstamo, quizá de alguna lengua minorasiática