El libro Lingua Latina per se illustrata – Familia Romana de Hans Ørberg es un fantástico volumen para aprender y practicar latín… Nos proporciona muchísimo texto latino magistralmente graduado a la par que nos presenta información continuada sobre la vida cotidiana en la antigua Roma.
¡Y no solo eso!
Relacionado con la vida diaria, también tenemos muestras de latín vulgar. A continuación tenemos un fragmento, que será la base de la que partiremos.
Magister discipulīs imperat: «Prōmite rēgulās vestrās et līneās rēctās dūcite in tabulīs. Tum scrībite hanc sententiam: Homō oculōs et nāsum habet».
Discipulī eandem sententiam nōn eōdem modō, sed variīs modīs scrībunt. Sextus ūnus ex tribus puerīs rēctē scrībit: Homo oculos et nasum habet. Titus sīc scrībit: Homo hoculos et nasum habet. Mārcus vērō sīc: Omo oclos et nasu abet.
Magister, quī verba Mārcī exaudit, «Litterās tuās turpēs» inquit «legere nōn possum, sed numerāre possum: quattuor litterās deesse cernō. Aspice: in vocābulō prīmō et in vocābulō postrēmō eadem littera H deest».
Mārcus: «At semper dīcō ‘omo abet’».
Magister: «Nōn semper idem dīcimus atque scrībimus. Īn vocābulō secundo V deest, in quārtō M. Quid significant haec vocābula turpia oclōs et nāsu? Quattuor menda in quīnque vocābulīs!».
Lingua Latina per se illustrata – Familia Romana, capítulo XVIII
En esta ocasión, el reto consiste en una única pregunta abierta: comenta todo lo que seas capaz de comentar.
Comentario
Sexto es el único niño que escribe todo correctamente. En cambio, Tito comete un error: escribe hoculos con hache por ultracorrección. Él sabe que son frecuentes los errores con la letra ‹h›, que se escribe aunque no se pronuncie, por lo que escribir ‹h› consiste en pura memorización de qué palabras se escriben con o sin ella. En su afán por escribir correctamente, escribe una ‹h› que no debería estar ahí, por lo que, en lugar de escribir correctamente, ha escrito incorrectamente.
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Por supuesto, la parte más interesante es la de Marco, que ha cometido nada más y nada menos que cuatro errores: Omo oclos et nasu abet. Empecemos por los errores de ‹h› (omo por homo y abet por habet), ya que tenemos esa cuestión fresca. Lo que le ocurre a Marco es precisamente lo que quería evitar Tito. Marco no sabe ni le importa cuándo se escribe ‹h›, por lo que, como no las pronuncia (semper dīcō ‘omo abet’), directamente no hace el esfuerzo de intentar escribirlas.
Otro error es escribir nasu en lugar de nasum. La pérdida de ‑m final es una de las características más evidentes y tempranas del latín vulgar, ampliamente documentada en muchas inscripciones arcaicas, como el epitafio de Lucio Cornelio Escipión (original de ~250 a. C. y versión en latín clásico):
Honc oino ploirume cosentiont Romai duonoro optumo fuise viro Luciom Scipione.
Hunc unum plurimi consentiunt Romae bonorum optimum fuisse virum Lucium Scipionem.
Epitafio de Lucio Cornelio Escipión
El último error es oclos por oculos, un caso típico de síncopa de vocal intertónica (concretamente, postónica). Tan típico que está incluso en el Appendix Probi: oculus non oclus.
¿Qué otros errores podría haber cometido Marco?
Como vemos en el propio epitafio de Escipión y podemos comprobar en la evolución de las lenguas romances, a la pérdida de ‑m final le sigue la abertura de ŭ en /o/, por lo que perfectamente podría haber escrito naso (cf. italiano naso).
También podría haber cometido otro error en el verbo y escribir algo como avet o incluso ave. La cuestión de b y v es betacismo: desde luego en posición intervocálica el sonido de ambas letras debía de ser [β], por lo que nuevamente sería cuestión de memorización. Por último, también es antigua, y la norma en las lenguas romances (vid. amat > «ama»), la pérdida de ‑t final.