Atajos antes de empezar:
- Si eres estudiante de bachillerato, estos materiales son más adecuados para ti para la pregunta de evolución del latín al español.
- Este artículo tiene bastante preámbulo (necesario para quien no sabe dónde está). Si sabes lo que haces y quieres ir directamente a la lista de étimos y los fenómenos de su evolución, ve aquí.
Las lenguas romances —incluido, claro, el español— vienen del latín. Se suele hablar indistintamente de «descendencia» o «evolución», aunque quizá sea esta última palabra la más apropiada para el propósito del presente artículo sobre, precisamente, algunas reglas de evolución del español desde el latín.
Hablamos de evolución porque, naturalmente, ha habido cambios —más o menos regulares y generalizados a todos los casos aplicables— entre la palabra latina (étimo) y la palabra resultante en español.
Uno de los aspectos mágicos de este tipo de estudios es que les podemos aplicar la famosa ley de Pareto o del 80/20: a ojo de buen cubero, el 20 % de las reglas explica el 80 % de los cambios. Es este un 20 % de reglas muy productivas. Ya lo vimos, en una proporción más extrema, cuando explicamos la ley de Grimm para comparar raíces germánicas con sus equivalentes raíces latinas.
Así pues, vamos a hablar de evolución y productividad lingüísticas, cronología relativa y, por supuesto, vamos a ver ejemplos de cómo todo esto ha dado con la lengua española que conocemos hoy en día.
Antes de empezar, sería conveniente comenzar con un repaso general de la teoría básica. Puedes hacerlo con este vídeo, de mis materiales para la selectividad de Latín:
Evolución latín → español para selectividad
Contenidos del artículo
- Algunos conceptos clave
- Principales cambios fonológicos desde el latín hasta el español
- 1. Pérdida de ‑m final de palabra
- 2. Cambios vocálicos
- 3. Betacismo
- 4. Palatalización de ce, ci, ge, gi
- 5. Pérdida de vocales intertónicas
- 6. Palatalización de velares implosivas
- 7. Aparición de /ɲ/ y /ʎ/
- 8. Diptongación de /ɛ, ɔ/
- 9. Aparición de /tʃ/
- 10. Aspiración de f‑
- 11. Aparición de /ʒ/
- 12. Lenición
- 13. Palatalización de pl‑, cl‑ y fl‑
- 14. Pérdida de –e
- 15. Pérdida de /h/
- 16. Neutralización definitiva de /b/ y /β/
- 17. Aparición de /x/ y /θ/
- Conclusión y últimas palabras
Algunos conceptos clave
No deberíamos meternos en faena sin hacer breve hincapié en algunos conceptos clave que hemos de comprender y tener en cuenta antes de entrar de lleno en la materia. Ordenémoslos por orden de importancia.
- Cronología relativa. Orden relativo (es decir: una cosa ocurre antes que la otra; la otra, antes que la una) en que tienen lugar los cambios. Dada la imposibilidad —y, para el caso, la irrelevancia— de establecer una cronología absoluta (o sea, exacta: tal cambio ocurrió en el año cual), es el criterio que utilizaremos para el orden de la explicación (y aplicación) de los cambios, dentro de las limitaciones de un artículo divulgativo como este.
- Productividad. Una regla es productiva si se aplica en un porcentaje muy alto de casos: cuanto más alto sea el porcentaje, más productiva es la regla. En un artículo que habla de «reglas fundamentales», se entiende que todas han de ser muy productivas.
- Letras ≠ sonidos. Aunque tanto el latín como el español son lenguas con una buena correspondencia entre grafías y sonidos, los sistemas fonológicos de una y otra lengua son mucho más complejos de lo que solemos pensar. Por lo general expondremos los étimos y las palabras evolucionadas de forma ortográfica, pero también será necesario especificar pronunciaciones exactas entre /barras/ o [corchetes], incluso dentro de una palabra representada ortográficamente; p. ej. «delga[d]o» haría énfasis en una pronunciación oclusiva [d] del fonema /d/, no aproximante [ð] como en el español actual.
- Contando desde atrás. O desde el final; o d’atrás pa’lante. Se opone a la cronología relativa. Aunque es el más extendido, para nuestros fines no es un criterio lingüístico (sí puede serlo, por ejemplo, en la acentuación ortográfica).
Aunque, cuando se explican algunas de estas reglas en clase de la asignatura de Latín, a veces se habla de léxico, de etimología o incluso de morfología, realmente estamos hablando de cambios fonético-fonológicos. Por tanto, vienen curvas. Para sortearlas triunfalmente, te recomiendo mi videocurso de fonética y fonología del español y, por supuesto, el de gramática histórica del español.
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Algunos conceptos básicos
Refresquemos muy rápidamente algunos conceptos básicos que nos irán saliendo:
- Abertura, apertura (abrir). Una vocal se abre cuando pasa a una parte más baja del trapecio de las vocales, p. ej. ĭ > e. Lo contrario es el cierre (cerrar).
- Diptongación (diptongar). Una vocal pura (simple) se convierte en un diptongo, p. ej. o > ue.
- Monoptongación (monoptongo). Un diptongo se convierte en una vocal pura, p. ej. ae > e.
- Intertónica. Las vocales/sílabas intertónicas son átonas dentro de una palabra (es decir, no iniciales ni finales), p. ej. calĭdum; más específicamente, pretónica es la que se encuentra justo antes de la tónica, y postónica, la que se encuentra justo después de la tónica.
- Pérdida o elisión. Se pierde por completo algún sonido. Según su posición dentro de la palabra: aféresis (al inicio), síncopa (en el centro) y apócope (al final).
Algunas convenciones, aclaraciones y recordatorios
Este artículo (y todo delcastellano.com) aspira —recordémoslo— a la divulgación lingüística, no a la máxima exactitud y prolijidad filológica. En pro de la máxima conveniencia posible, hagamos un repaso de cuestiones básicas y una síntesis de las convenciones a que nos ceñiremos:
- La exposición de la evolución de los étimos latinos (en versalita) suele comenzar ya sin la ‑m final, p. ej. dominu en lugar de dominum, pero aquí la incluiremos, ya que es, precisamente, nuestro primer paso en los nombres.
- Las formas de los sustantivos y adjetivos (nombres en general) españoles proceden del acusativo latino.
- Las vocales breves se marcan con el símbolo ˘ y las largas con ¯ sobre la vocal en cuestión. Por no abigarrar el texto, solo los usaremos cuando sean necesarios.
- Los pasos intermedios entre el étimo y la «palabra resultante» se escribirán en cursiva, sin marcar nada con asteriscos (que, en estos casos, suelen indicar que es la forma que se reconstruye, pero que no está documentada). Ojo: este punto va en contra de las normas más usuales.
- Durante la evolución, iremos marcando en negrita el sonido que va a verse afectado en el siguiente paso, p. ej. petram > petra.
- El acento prosódico es importante para explicar algunos cambios, por lo que, cuando sean relevantes, los marcaremos en la vocal tónica en cuestión (incluso cuando contravenga la ortografía estándar: la tilde será ilustrativa).
- No mencionamos absolutamente todo lo que ocurre, sino que nos limitamos a los cambios en que nos estamos centrando; p. ej. no mencionamos que ī pasa a i en español.
- Ordenaremos los cambios con números, que indican orden cronológico: 1, 2, 3… Dentro de cada número puede haber subapartados como 2.a, 2.b, etc., que, en este caso, no indican orden cronológico, sino simplemente dos cosas similares que ocurren más o menos conjuntamente, pero que han de ser explicadas por separado. Casos como 3.1, 3.2, etc., sí indican que, dentro de 3, 3.1 ocurre antes que 3.2.
¡Advertencia! Este artículo es algo así como el resumen del resumen y no debe usarse para estudiar gramática histórica. Si tienes que preparar una materia de este tipo, debes acudir a la bibliografía o a mi curso de gramática histórica del español.
Principales cambios fonológicos desde el latín hasta el español
Para asegurarnos de que nos limitamos a las reglas fundamentales, tomaremos un listado cerrado de palabras cualquiera de los que suelen prepararse en la asignatura de Latín para bachillerato y la prueba de acceso a la universidad.
- annum > «año»
- aperire > «abrir»
- aurum > «oro»
- capillum > «cabello»
- causam > «cosa»
- clavem > «llave»
- delicatum > «delgado»
- dominum > «dueño»
- facere > «hacer»
- filium > «hijo»
- flammam > «llama»
- integrum > «entero»
- laborare > «labrar»
- lactem > «leche»
- magistrum > «maestro»
- multum > «mucho»
- mutare > «mudar»
- noctem > «noche»
- oculum > «ojo»
- operam > «obra»
- petram > «piedra»
- plenum > «lleno»
- populum > «pueblo»
- portam > «puerta»
- rotam > «rueda»
- somnum > «sueño»
- strictum > «estrecho»
- terram > «tierra»
- ventum > «viento»
- vitam > «vida»
Realmente, esta lista implica cuestiones bastante complejas como la inflexión que explica lacte > «leche», pero haremos lo que podamos.
Si quieres darte un atracón de evoluciones, aquí tienes la lista de reproducción con todas ellas, una detrás de otra:
Si, una vez repasada toda la teoría, quieres ver explicaciones prácticas de evolución, mírate este otro vídeo.
Expondremos los cambios en orden cronológico, teniendo en cuenta nuestras divulgativas limitaciones, pero siempre sin contravenir la máxima de que no podemos romper la cronología relativa: si empezamos a evolucionar una palabra siguiendo el orden de menor (1) a mayor (17), el resultado en español actual debe ser correcto.
1. Pérdida de ‑m final de palabra
- ‑m > ∅
Es decir, apócope de una consonante. Muy conspicuamente, se pierde la ‑m, ya en latín antiguo, en prácticamente todos los casos. Para lo que nos ocupa, lo vemos en todos los acusativos singulares, por lo que solo vamos a ver tres ejemplos de los 26 a los que se aplicaría:
- annum > annu
- petram > petra
- clavem > clave
Aunque no aparece en nuestro listado cerrado de palabras, otro caso generalizado es el de la ‑t, p. ej. en amat > «ama» y amant > «aman».
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2. Cambios vocálicos
De forma bastante temprana tenemos el cambio de un sistema de 10 vocales a uno de 7 vocales, concretamente…
- 7 vocales tónicas; el español hará un nuevo cambio posteriormente (8)
- 5 vocales átonas; este sistema es el que permanece en español, coincidiendo con el sistema castellano de 5 vocales tónicas que resulta de 8
Podemos clasificar los cambios del vocalismo en dos grupos: lo que ocurre con los diptongos latinos ae, oe y au y lo que ocurre con las vocales puras, tanto primarias como las resultantes de la mencionada monoptongación de los diptongos. De esto último podemos establecer cierta cronología: al menos la monoptongación de ae ocurrió antes que el proceso de diptongación de e > ie, por lo que llegó a tiempo para participar de ese nuevo cambio. Ahora lo veremos.
Antes de seguir, sería conveniente ver el cambio del sistema vocálico cuantitativo del latín clásico al sistema cualitativo del latín vulgar:
2.a Monoptongación de diptongos
- ae > e
- oe > e
- au > o
Los diptongos latinos clásicos eran tres: ae, oe y au. La evolución y cronología de estos diptongos es compleja (evoluciones contextuales y cronologías diversas entre los tres, etc.), pero fácil de simplificar.
Los diptongos ae y oe evolucionan a e. En un momento vamos a ver que esta nueva e (secundaria) puede evolucionar nuevamente en sílaba tónica.
El diptongo au evoluciona, por lo general —aunque se resiste al cambio y en algunas lenguas romances ni siquiera llega a darse—, a o. Esta nueva o (secundaria) no vuelve a evolucionar. De hecho, la evolución generalizada de au es mucho más tardía, posterior al punto 13, pero, para el caso, podemos incluirla ya aquí.
2.b Abertura de ĭ y ŭ
- ĭ > e
- ŭ > o
Sin necesidad de distinguir entre sílabas tónicas o átonas, las vocales ĭ y ŭ se abren un grado, es decir, se convierten en e y o respectivamente. Estas nuevas e y o (secundarias) ya no cambian.
Como vemos, estas dos vocales breves muy tempranamente se hacen más abiertas, llegando finalmente a confundirse con ē y ō (largas), que a su vez se habían cerrado un poco; la distancia entre ĭ y ē y entre ŭ y ō ya no era tan grande, lo que facilita su confusión (es algo similar a la confusión de algunos hispanohablantes entre la /ɪ/ y la /e/ inglesas). Sin embargo, ī y ū (largas), que no se desplazan en ningún momento, no cambian y se mantienen como i y u.


Así pues, lo que tenemos tras estos cambios vocálicos es lo siguiente (no incluyo las palabras que han cambiado solo, hasta ahora, ‑ŭ > ‑o):
- aurŭm > aurŭ > «oro» ✔️
- capĭllŭm > capĭllŭ > capello
- causam > causa > «cosa» ✔️
- delicātum > delicātu > delecāto
- domĭnum > dominu > domino
- ĭntegrŭm > ĭntegrŭ > entegro
- magĭstrŭm > magĭstrŭ > magestro
- oculum > oculu > ocolo
- populum > populu > popolo
- strĭctŭm > strĭctŭ > (e)strecto¹
¹ Aquí tenemos la prótesis de e‑ ante s líquida, rasgo típico del español e impepinable aún hoy en día.
3. Betacismo
El término «betacismo» se refiere a la confusión de los fonemas /w/ y /b/ y a la neutralización de /b/ y /β/, todo ello en favor de /b/. Tema harto complejo que ya hemos tratado prolijamente, así que vamos a ir al grano.
Aunque de forma prácticamente paralela, aquí encontramos dos pasos en el siguiente orden cronológico.
3.1 Fricativización de v en /β/
- v /w/ > /β/
La pronunciación de v en latín era la de una semiconsonante /w/. Así pues, vitam habría de pronunciarse [ˈwitam]. Esta semiconsonante, en muchas lenguas del mundo y ya también en tiempos más antiguos que en latín, tiende a evolucionar a una fricativa, normalmente /v/.
En latín vulgar, /w/ se convirtió en la fricativa /β/, que más tarde (16) se convertirá en /b/ (con sus respectivos alófonos [b] y [β]).
Con todo esto llegamos a la conclusión de que no vale simplemente decir que, como en latín y en español se escriben con la misma letra, ‹v›, no ha habido cambio. Recordemos que grafía ≠ sonido. Para aclararnos:
- latín: vitam /ˈwitam/
- español: «vida» /ˈbida/
En fin, los resultados en esta fase son los siguientes:
- clavem > clave /ˈklawe/ > cla/β/e
- ventum > ventu > vento /ˈwento/ > /β/ento
- vitam > vita /ˈwita/ > /β/ita
👉 Actualmente estamos aún en la fase v /w/ > /β/. El cambio v /β/ > /b/ llegará bastante más tarde (16).
3.2 Confusión de v y b intervocálicas en /β/
- VbV /b/ > /β/
Lo que acabamos de ver es qué ocurre con todas las v (se convierten en /β/).
También b se va a convertir en /β/, pero solo cuando va entre dos vocales. Por tanto, tampoco vale decir que entre laborare y «lab(o)rar» no hay cambio:
- laborare /laboˈɾaɾe/ > la/β/orare
Como vemos, tanto toda v como la b intervocálica han evolucionado al mismo sonido, con lo que ya comienzan los líos en la ortografía: ¿qué se escribe con ‹b› y qué con ‹v›?
4. Palatalización de ce, ci, ge, gi
- c + e, i > [kʲ]
- g + e, i > [gʲ]
Como ya sabemos, en latín c se pronunciaba /k/ en todos los contextos, y también g en todos los contextos se pronunciaba /g/.
Como ocurre también en muchas otras lenguas, las oclusivas velares /k, g/ se ven afectadas por el contacto con las vocales palatales e, i y, por tanto, se palatalizan. Estas y otras palatalizaciones ocurren muy temprano.
Ojo, porque esto no quiere decir que en este punto de la historia ya pronunciemos como ‹ze, zi› ni como ‹je, ji›. Para entendernos de forma un tanto rústica, los sonidos [kʲe, kʲi, gʲe, gʲi] siguen siendo más bien /ke, ki, ge, gi/, pero un poco como si quisiéramos sacarnos una espina de pescado.
Por tanto, esta palatalización es simplemente el germen de otros cambios que vendrán más adelante.
- facere /ˈfakeɾe/ > fa[kʲ]ere
- magistrum > magistru > magestro > ma[gʲ]estro
En nuestro afán simplificador, vamos a añadir el siguiente paso que darán estas palabras, aun cuando debería ocurrir más adelante:
- facere /ˈfakeɾe/ > fa[kʲ]ere > fa/ts/ere
- magistrum > magistru > magestro > ma[gʲ]estro > ma[j]estro
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5. Pérdida de vocales intertónicas
- i, e, o, u > ∅
Como dijimos al principio, las vocales intertónicas son las vocales átonas que están en interior de palabra. Ya en el propio latín eran bastante inestables y, excepto la a, tenían gran tendencia a sincoparse, especialmente las que están inmediatamente antes o inmediatamente después a la sílaba tónica.
Realmente la síncopa de vocales intertónicas va a tener lugar en un par de tandas, pero podemos abreviar.
Desaparecen las vocales intertónicas en contacto con, sobre todo, r o l, menos frecuentemente n, pero no exclusivamente:
- aperīre > aprire
- delicātum > delicātu > delecāto
- domĭnum > dominu > domeno > domno
- laborāre > la[β]orare > la[β]rare
- oculum > oculu > ocolo > oclo
- operam > opera > opra
- populum > populu > popolo > poplo
Hay que hacer hincapié en algo que solo mencioné al principio de este apartado: la síncopa es una tendencia y no una ley absoluta, por lo que actúa de forma algo caprichosa, a veces más tarde de lo que le corresponde (como en delicatum), otras no actuando en absoluto, etc.
El caso de delicatum
Según la regla general, delicatum debería haber resultado, en este punto, en *delcato. Sin embargo, la secuencia ‑lc‑ impediría que, posteriormente (12.1.b), la c pase a g para acabar en «delgado».
A esto nos referíamos cuando decíamos que la caída de intertónicas es solo una tendencia que actúa de forma caprichosa. La vocal i de delicatum caerá, sí, pero no todavía. El resultado en español «delgado» nos dice que hay que esperar, como mínimo, a que la c se haya transformado en g (12.1.b).
6. Palatalización de velares implosivas
- ‑k‑ > [i̯]
Velares implosivas, es decir, /k, g/ al final de una sílaba, como en el español «ac‑to».
En este caso, la palatalización funciona de forma diferente, pues la consonante velar se transforma por completo en un sonido conocido como «yod», es decir, la i semivocálica o semiconsonántica, o sea, la i de los diptongos, como en «rey» [rei̯] o «siempre» [si̯empɾe].
Entonces, lo que tenemos es:
- lactem > lacte > la[i̯]te
- noctem > nocte > no[i̯]te
- oculum > oculu > ocolo > oclo > o[i̯]lo
- strictum > strictu > (e)strecto > (e)stre[i̯]to
Y en este punto también tenemos que meter el étimo multum, que, como todo el mundo sabe, evoluciona al español «mucho». El que sepa ya algo de fonética se preguntará dónde está la consonante velar en multum, y no lo culpo.
Resulta que la l adquiría un rasgo velar en posición implosiva, que se acentuaba aún más en contacto con la vocal u, también velar. Solo tenemos que pensar en la típica l del inglés milk o la típica l catalana: eso es una l velar(izada), que representamos como [ɫ].
Por tanto, si la l de multum también es velar, va a correr la misma suerte que /k, g/:
- mu[ɫ]tum > mu[ɫ]tu > mu[ɫ]to > mu[i̯]to
Realmente deberíamos escribir molto, etc., pero entonces tendríamos que entrar a explicar por qué esa o posteriormente vuelve a pasar a u (por inflexión, fenómeno que tratamos de evitar en este artículo).
7. Aparición de /ɲ/ y /ʎ/
- n + [i̯] o [i̯] + n > /ɲ/
- l + [i̯] o [i̯] + l > /ʎ/
Efectivamente, /ɲ/ es el fonema representado por la letra ‹ñ›, y /ʎ/ es el actualmente moribundo fonema representado por el dígrafo ‹ll› para los hablantes que aún hoy distinguen en la pronunciación «pollo» de «poyo».
Los sonidos /ɲ/ y /ʎ/ no existían en latín, por lo que son el resultado de diversas evoluciones que se dan en etapas distintas. Lo iremos viendo.
En este punto cronológico, las /ɲ/ y /ʎ/ que aparecen lo hacen por la palatalización de n y l en contacto con yod:
- n + [i̯] o [i̯] + n > /ɲ/
- l + [i̯] o [i̯] + l > /ʎ/
En nuestros ejemplos, esto se aplica a las siguientes palabras:
- filium > filiu > filio > fil[i̯]o² > fi/ʎ/o
- oculum > oculu > ocolo > oclo > o[i̯]lo > o/ʎ/o
² La i de secuencias como iu nunca forma diptongo en latín clásico, al contrario que en español. Ha sido en el latín vulgar en que la i pura se ha convertido en semiconsonante por su fuerte tendencia antihiática, aún vigente.
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8. Diptongación de /ɛ, ɔ/
- /ɛ/ > ie
- /ɔ/ > ue
Aquí hablamos específicamente de /ɛ/ y /ɔ/ (que solo pueden ser tónicas), no de simplemente e y o tónicas, y vamos a explicar por qué.
8.a Diptongación de /ɛ/
- ae > /ɛ/ > ie
- ĕ > /ɛ/ > ie
Cuando hablamos de los diptongos ae y oe (2.a), dijimos que evolucionan a e y que esta e secundaria puede volver a evolucionar. Realmente hay que hacer una distinción:
- ae > /ɛ/ (abierta)
- oe > /e/ (cerrada)
Además de proceder de ae tónico, la vocal /ɛ/ (tónica) del latín vulgar puede proceder de la antigua ĕ tónica. Sea cual sea el origen de /ɛ/, en español va a diptongar en /ie/. Esto explica que caelum evolucione a «cielo» previo c/ɛ/lo, igual que terram a «tierra» previo t/ɛ/rra.
En cambio, oe no distingue de si es tónico o átono y siempre evoluciona a /e/ (cerrada), que nunca diptonga, por lo que queda tal cual en español. Esta /e/ (cerrada), al contrario que /ɛ/ (abierta), no diptonga incluso si es tónica, por lo que nos vamos a ahorrar mayores explicaciones para no repetirnos. Solo diremos que la no diptongación de /e/ incluso en sílaba tónica explica que tengamos «pena», y no *«piena», procedente de poena, igual que tenemos «veneno», y no *«venieno», procedente de venēnum.
En lo que respecta a nuestros ejemplos, estos son los resultados:
- pĕtram > pĕtra > p/ɛ/tra > pietra
- tĕrram > tĕrra > t/ɛ/rra > «tierra» ✔️
- vĕntum > vĕntu > vĕnto /ˈwento/ > /β/ĕnto > /βɛ/nto > /β/iento
8.b Diptongación de /ɔ/
- ŏ > /ɔ/ > ue
Mucho más simple que la de /ɛ/, pues /ɔ/ solo puede proceder de ŏ tónica.
La o procedente del diptongo au es una /o/ (cerrada), por lo que nunca diptonga, ya sea tónica o átona, ya sea del latín vulgar o del romance posterior. En suma: no cambia, igual que la /e/ procedente de oe.
Así pues, de nŏvem tenemos «nueve» previo paso por n/ɔ/ve, pero de aurum tenemos «oro» y no «(h)uero».
Centrándonos en nuestros ejemplos, estos resultados son los que tenemos:
- dŏmĭnum > dŏminu > dŏmeno > dŏmno > d/ɔ/mno > duemno
- pŏpulum > pŏpulu > pŏpolo > pŏplo > p/ɔ/plo > pueplo
- pŏrtam > pŏrta > p/ɔ/rta > «puerta» ✔️
- rŏtam > rŏta > r/ɔ/ta > rueta
- sŏmnum > sŏmnu > sŏmno > s/ɔ/mno > suemno
De forma similar a lo que habíamos mencionado respecto a molto, en principio aquí deberíamos tener nŏctem, que le habría correspondido diptongar hasta *«nueche» (como ocurre por ejemplo en aragonés), pero no lo hace por inflexión; lo mismo con ŏculum, que debería haber dado *«(h)uejo» (cf. aragonés uello).
9. Aparición de /tʃ/
- [i̯]t > /tʃ/
El fonema /tʃ/ es el que escribimos en español con el dígrafo ‹ch›. Tampoco existía en latín y no aparece hasta este momento, concretamente por la palatalización que causa una yod a una t que le sigue:
- [i̯]t > /tʃ/
Con este cambio, terminamos algunas evoluciones:
- lactem > lacte > la[i̯]te > le[i̯]te³ > «leche» ✔️
- mu[ɫ]tum > mu[ɫ]tu > mu[ɫ]to > mu[i̯]to > «mucho» ✔️
- noctem > nocte > no[i̯]te > «noche» ✔️
- strictum > strictu > (e)strecto > estre[i̯]to > «estrecho» ✔️
³ El cambio de una a es infrecuente, ya que era una vocal muy estable. El proceso por el que ocurre este cambio (y otros análogos como factum > «hecho») es la inflexión. También la inflexión, aunque de otro tipo, explica que tengamos «noche» y no *«nueche» de nŏctem, etc., como hemos mencionado anteriormente.
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(El artículo que estás leyendo no se cierra: no perderás la posición de lectura, así que apúntate al boletín ahora mismo y enseguida podrás seguir leyendo).
10. Aspiración de f‑
- f‑ > /h/
Un rasgo bien característico del español, en contraste con las otras lenguas romances incluyendo a las hermanas más cercanas como el catalán, el gallego o el portugués, es la aspiración de casi toda f‑ seguida de vocal al principio de palabra.
La cronología de este cambio no es segura, pero, como mínimo, debe ser posterior a la diptongación de /ɔ/, ya que la aspiración no tiene lugar en la secuencia fue‑ < f/ɔ/‑, pero sí en fo‑ < f/o/‑: «fuerza» < fortia, pero «hoja» < folia.
Sea como fuere, los resultados en nuestros ejemplos son los siguientes:
- facere > fa[kʲ]ere > fa/ts/ere > /h/a/ts/ere
- filium > filiu > filio > fil[i̯]o > fi/ʎ/o > /h/i/ʎ/o
👉 Todavía en este punto estamos hablando de aspiración, es decir, que la ‹h› que estamos escribiendo suena como, por ejemplo, en inglés; la aspiración se eliminará más tarde (15), pero no aún. Aparte, por conveniencia, escribimos ya esta aspiración con ‹h›; es cuestión aparte, ortográfica, si/cuándo este sonido /h/ se escribía con ‹h› o con ‹f›.
11. Aparición de /ʒ/
- li > l[i̯] > /ʎ/ > /ʒ/
- c’l > [i̯]l > /ʎ/ > /ʒ/
El fonema /ʒ/ no existía en latín y ya ha desaparecido en español, por lo que vemos que no duró mucho en nuestra lengua. Es el sonido que encontramos en el francés je, en el inglés visual, en el portugués loja, en el catalán jutge, etc.
Este sonido apareció por la evolución del fonema /ʎ/ aparecido en el punto 7, quizá para no confundirse con con otros sonidos que también empezaban a evolucionar y podrían haber confluido, como por ejemplo ll, que pronto (12.1.a.2) evolucionará a /ʎ/.
Los resultados en nuestros ejemplos son:
- filium > filiu > filio > fil[i̯]o > fi/ʎ/o > /h/i/ʎ/o > /h/i/ʒ/o
- oculum > oculu > ocolo > oclo > o[i̯]lo > o/ʎ/o > o/ʒ/o
👉 Es necesario constatar este paso, ya que en él perdemos la /ʎ/ del paso 7, pero volveremos a tener nuevas /ʎ/ de posteriores evoluciones. La /ʎ/ que acabamos de perder (ahora /ʒ/) evolucionará de forma distinta (> /x/) a la /ʎ/ que está a punto de aparecer, que se conservará como /ʎ ~ ʝ/.
12. Lenición
La lenición es, literalmente, el debilitamiento de los sonidos. Aquí tenemos un tremendo cambio que intentaremos simplificar lo máximo posible. Como vamos a ver, en este paso vamos a resolver la mayoría de las palabras.
No es tarea fácil, ya que tenemos tres o cuatro (o cinco, según contemos) tipos de cambios en tres tandas, una especie de reacción en cadena: unos cambios van empujando a otros, de forma similar a lo que vimos en la ley de Grimm.
12.1.a Eliminación de consonantes geminadas
El latín tenía las consonantes geminadas (dobles) bajo cierto control, pero, tras varios cambios —algunos de los que hemos visto y otros de los que hemos omitido—, se crearon aún más consonantes geminadas, lo cual la lengua no soportó. Tocaba hacer limpieza degeminizadora, lo cual se hizo de dos formas.
12.1.a.1 Simplificación de consonantes geminadas
- mm > m
- (en general, CC > C)
Todas las consonantes geminadas se pasaron a la consonante simple correspondiente, p. ej. cuppam > «copa» o cattum > «gato».
En nuestros ejemplos solo tenemos un caso:
- flammam > flamma > flama
Decíamos que todas las geminadas. Excepto…
12.1.a.2 Palatalización de nn y ll
- nn > /ɲ/
- mn > /nn/ > /ɲ/
- ll /ll/ > /ʎ/
Los resultados de la simplificación de nn (y también mn) y de ll tendrán un paso adicional para no confundirse con las n y l originarias; se palatalizarán:
- nn y mn > [nʲ] → /ɲ/
- ll (y también l) > [lʲ] → /ʎ/
Por tanto, tenemos las siguientes evoluciones:
- annum > annu > anno > «año» ✔️
- capillum > capillu > capello > ca[b]e/ʎ/o⁴
- dominum > dominu > domeno > domno > d/ɔ/mno > duemno > «dueño» ✔️
- somnum > somnu > somno > s/ɔ/mno > suemno > «sueño» ✔️
⁴ El cambio p > /b/ es simultáneo a ll > /ʎ/, como estamos a punto de ver.
12.1.b Sonorización de consonantes sordas
- p > b
- t > d
- k > g
Uno de los cambios más importantes y visibles de todas estas reglas es este. Las consonantes sordas (más conspicuamente /p, t, k/) se convierten en las respectivas sonoras (> /b, d, g/) cuando están en posición intervocálica, es decir, entre dos vocales. La regla también funciona si en lugar de la segunda vocal tenemos /ɾ, l/.
Así se refleja en nuestros ejemplos:
- aperire > aprire > a[b]rire
- capillum > capillu > capello > ca[b]e/ʎ/o
- delicatum > delicatu > delecato > dele[g]a[d]o > del[g]a[d]o
- mutare > mu[d]are
- operam > opera > opra > o[b]ra
- petram > petra > p/ɛ/tra > pietra > pie[d]ra
- populum > populu > popolo > poplo > p/ɔ/plo > pueplo > pue[b]lo
- rotam > rota > r/ɔ/ta > rueta > rue[d]a
- vitam > vita > /β/ita > /β/i[d]a
Vemos que estas palabras aún no están terminadas, aunque la mayoría lo parezca, pues realmente tenemos que esperar hasta la siguiente fase (12.2), en que las oclusivas sonoras vuelvan a debilitarse y se conviertan en aproximantes en determinados contextos, o desaparezcan completamente (12.3).
👉 Como vemos, tenemos que 12.1.a (geminadas) y 12.1.b (sonorización) son 12.1, es decir, que son procesos que ocurren simultáneamente. Si se hubieran simplificado primero las geminadas, los resultados simplificados habrían llegado a tiempo para ser sonorizados, a su vez, por el siguiente paso. El hecho de que cuppam sea «copa» y no *«coba» demuestra la simultaneidad de estos dos procesos.
12.2 Fricativización de las oclusivas sonoras
- /b/ > [β]
- /d/ > [ð]
- /g/ > [ɣ]
Las oclusivas sonoras son /b, d, g/, ya sean originarias del latín b, d, g, ya hayan surgido de la sonorización de oclusivas sordas en 12.1.b (realmente esto sería en dos tandas, pero simplifiquemos). Lo que no incluiríamos aquí serían los resultados de 12.1.a, que son, grosso modo, las consonantes /p, t, k/ que existen hoy en español.
Lo que tenemos es que los fonemas sonoros /b, d, g/ adquieren alófonos fricativos > aproximantes en la mayoría de los contextos. Si aún no sabes qué es esto de los alófonos y los contextos, ahora sea quizá mejor momento:
Esto, en nuestros ejemplos, se refleja así:
- aperire > aprire > a[b]rire > a[β]rire
- capillum > capillu > capello > ca[b]e/ʎ/o > «ca[β]ello»⁵ ✔️
- delicatum > delicatu > delecato > dele[g]a[d]o > del[g]a[d]o > «del[ɣ]a[ð]o» ✔️
- mutare > mu[d]are > mu[ð]are
- operam > opera > opra > o[b]ra > «o[β]ra» ✔️
- petram > petra > p/ɛ/tra > pietra > pie[d]ra > «pie[ð]ra» ✔️
- populum > populu > popolo > poplo > p/ɔ/plo > pueplo > pue[b]lo > «pue[β]lo» ✔️
- rotam > rota > r/ɔ/ta > rueta > rue[d]a > «rue[ð]a» ✔️
- vitam > vita > /β/ita > /β/i[d]a > /β/i[ð]a
⁵ Aunque /ʎ/ no sea la pronunciación más frecuente hoy en día a causa del yeísmo, damos por finalizada la evolución, ya que sigue siendo un fonema vigente y en este artículo tampoco podemos entrar en la historia del yeísmo.
12.3 Desaparición de algunas g
- g > ∅
Simplificando bastante, tenemos casos de elisión de algunas g, ya fueran aún oclusivas-fricativas (12.2) o se hubieran palatalizado a partir del paso 4:
- integrum > integru > entegro > «entero» ✔️
- magistrum > magistru > magestro > ma[gʲ]estro > ma[j]estro > «maestro» ✔️
Naturalmente, no desaparecieron todas las g, y por eso aún en español tenemos g en sus diversas pronunciaciones.
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13. Palatalización de pl‑, cl‑ y fl‑
- pl‑ > /ʎ/
- cl‑ > /ʎ/
- fl‑ > /ʎ/
Como vemos, los tres grupos, siempre en inicial de palabra, dan el mismo resultado, algo bastante característico del español frente a otras lenguas hermanas.
La l de estos grupos se palataliza y acaba absorbiendo la consonante anterior. Podríamos pensar en unos supuestos pasos intermedios (donde [C] es cualquiera de las tres consonantes), algo así como [Clʲ] > [Cʎ] > /ʎ/.
En cualquier caso, los resultados son:
- clavem > clave > cla/β/e > lla/β/e
- flammam > flamma > flama > «llama» ✔️
- plenum > plenu > pleno > «lleno» ✔️
14. Pérdida de –e
- –e > ∅
Se pierden muchas –e a final de palabra, pero no todas. Principalmente, justo detrás de consonantes dentales (/t, d/) y de otras consonantes como, sobre todo, la r de los infinitivos.
Esto es, efectivamente, lo que tenemos en nuestros ejemplos:
- aperire > aprire > a[b]rire > a[β]rire > «abrir» ✔️
- facere > fa[kʲ]ere > fa/ts/ere > /h/a/ts/ere > /h/a/dz/ere⁶ > /h/a/dz/er
- laborare > la/β/orare > la/β/rare > la/β/rar
- mutare > mu[d]are > mu[ð]are > «mudar» ✔️
⁶ El cambio de [ts] a [dz] es una sonorización que, por tanto, ocurrió en el paso 12.1.b, igual que /t/ > /d/.
15. Pérdida de /h/
- f > /h/ > ∅
En este turno, la /h/ (procedente de f, como vimos en el punto 10) deja de aspirarse, salvo en algunas zonas en las que aún hoy se pueden encontrar aspiraciones, rasgo estigmatizado.
Por tanto, tenemos:
- facere > fa[kʲ]ere > fa/ts/ere > /h/a/ts/ere > /h/a/dz/ere⁶ > /h/a/dz/er > hacer⁷ /aˈdzeɾ/
- filium > filiu > filio > fil[i̯]o > fi/ʎ/o > /h/i/ʎ/o > /h/i/ʒ/o > hijo⁸ /ˈiʒo/
⁷ En este punto, lo normal era escribir /dz/ con ‹z›, por lo que tendríamos, en la ortografía de la época ‹hazer› o ‹fazer›.
⁸ Como acabamos de ver, la ‹f› podía representar ortográficamente la aspiración /h/ o incluso la total pérdida.
16. Neutralización definitiva de /b/ y /β/
- /β/ (< v, VbV) > /b/
Hasta este momento hemos estado arrastrando dos fonemas que en el español es uno solo: /b/. Si recordamos, tan pronto como en el punto 3 hablamos de betacismo, que creó el fonema /β/ a partir de toda v y de b intervocálica. Este era un fonema distinto de /b/.
Ahora, los dos fonemas se neutralizan —se funden— en favor del fonema /b/ (con sus respectivos alófonos [b] y [β]):
- clavem > clave > cla/β/e > lla/β/e > «lla/b/e» = «lla[β]e» ✔️
- laborare > la/β/orare > la/β/rare > la/β/rar > «la/b/rar» = «la[β]rar» ✔️
- ventum > ventu > vento > /β/ento > /βɛ/nto > /β/iento > «viento» [ˈbi̯ento] ✔️
- vitam > vita > /β/ita > /β/i[d]a > /β/i[ð]a > «vida» [ˈbiða] ✔️
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17. Aparición de /x/ y /θ/
- li > l[i̯] > /ʎ/ > /ʒ/ > … > /x/
- c’l > [i̯]l > /ʎ/ > /ʒ/ > … > /x/
- c + e, i > [kʲ] > /ts/ > /dz/ > … > /θ/
Es decir, no es hasta este momento que aparecen en español /x/, prototípicamente representada ortográficamente como ‹j›, y /θ/, ídem de ‹z› (en los hablantes distinguidores, como buena parte de los españoles peninsulares).
Aquí tocaría hablar del reajuste de las sibilantes, tema que requiere su propio artículo por la enorme complejidad, importancia e interés que conlleva. Así pues, no queda sino resumir basándonos en las palabras que nos restan: «hacer», «hijo» y «ojo», es decir, /θ/, /x/ y /x/.
Es decir, lo que tenemos, saltándonos los pasos intermedios de esta revolución fonológica del Siglo de Oro, es:
- facere > fa[kʲ]ere > fa/ts/ere > /h/a/ts/ere > /h/a/dz/ere⁶ > /h/a/dz/er > hazer /aˈdzeɾ/ > «hacer» /aˈθeɾ/ ✔️
- filium > filiu > filio > fil[i̯]o > fi/ʎ/o > /h/i/ʎ/o > /h/i/ʒ/o > hijo /ˈiʒo/ > «hijo» /ˈixo/ ✔️
- oculum > oculu > ocolo > oclo > o[i̯]lo > o/ʎ/o > o/ʒ/o > «ojo» /ˈoxo/ ✔️
Conclusión y últimas palabras
Como hemos visto, la evolución del español desde el latín es compleja y larga (cuantitativa y diacrónicamente), y eso que hemos simplificado mucho. Con suerte, solo hemos visto las reglas fundamentales, el 20 % de Pareto.
Creo que este artículo es un buen comienzo para entrar en la gramática —o lingüística— histórica, aunque para eso primero hay que saber algo de fonética, española como mínimo. Puedes empezar ahora mismo con lo básico imprescindible:
Curso de fonética y fonología del español
Naturalmente, las reglas que acabamos de ver son demasiado complejas para alumnos de instituto y es normal que se hagan simplificaciones del tipo «ct da ch en español», pues al fin y al cabo es verdad. Sin embargo, sí que creo que es buena idea que al menos los profesores sepan qué están explicando y, sobre todo, que no vale ir d’atrás pa’lante. Creo que, al menos, es bueno trabajar mínimamente con la cronología relativa y que la actividad no se limite a saberse el resultado de la evolución de antemano y a ir adivinando, por mera comparación, cómo han evolucionado las letras-grafías-sonidos-fonemas (aunque esto es, mutatis mutandis, lo que suele ser la práctica de fonética y fonología históricas en la universidad).
Como he advertido varias veces a lo largo del artículo —y otras veces que no lo he advertido por no repetirme—, se han quedado muchas cosas —a veces reglas enteras— en el tintero, como el cambio de acento de fácĕre > «hacér», el cambio de la rr /ɾɾ/ a rr /r/ y, por supuesto, la inflexión, a la que al menos hemos nombrado.
Asimismo te invito a mi curso de historia, fonética y morfología del latín, que también puedes empezar ahora mismo con esta primera clase, bastante amena, sobre la historia de la lengua latina:
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