
El castellano es una lengua que, por lo general, marca los géneros con ‑o para el masculino (p. ej. «niño») y con ‑a para el femenino (p. ej. «niña»); por supuesto, también hay otra serie de sufijos que corresponden a un género u otro como, por ejemplo, ‑ción para el femenino: «la variación», «la canción», etc. En este aspecto es un idioma muy sencillo, al contrario que otros como el alemán, que siguen pocas reglas fijas.
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Sin embargo, hay una serie de palabras que no siguen la regla ‑o = masculino y ‑a = femenino. Si uno interactúa con cierta frecuencia con estudiantes de español como lengua extranjera, constatará que a menudo construyen sintagmas incorrectos como *«la problema» o *«el mano»; esto es totalmente lógico, ya que ellos no hacen otra cosa que aplicar la regla básica.
El problema de palabras como «problema» y «poeta»
Del primer caso tenemos la ya mencionada «mano», que es una palabra femenina («la mano»). Del segundo tenemos una lista bastante grande de palabras. Son muchas terminadas en ‑ta (p. ej. «el poeta», «el analista», «el ciclista», «el futbolista»…) y en ‑ma (p. ej. «el problema», «el poema», «el fonema», «el teorema», «el tema»…).
La cuestión es: ¿por qué?
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Estos sufijos pasaron al latín como tales (‑ta y ‑ma) a partir del griego (‑τής [tɛːs] y ‑μα [ma]). El primer sufijo, ‑τής, venía a significar ‘el que hace’, y era masculino. El segundo, -μα, designaba el resultado de la acción verbal; por ejemplo: de la acción de ποιέω [poi̯ˈeɔ:]AFI: poiéo (aprox.)
Si quieres aprender más, tienes mi videocurso de fonética española: academialatin.com/ffespanol (‘hacer’ y por extensión ‘hacer canciones’) deriva la palabra ποίημα [ˈpoi̯ɛːma]AFI: póiema (aprox.)
Si quieres aprender más, tienes mi videocurso de fonética española: academialatin.com/ffespanol ‘poema’; en griego y en latín eran de género neutro, que en español suele pasar a masculino.
Hay que señalar que el hecho de que estas palabras sean masculinas no tiene nada que ver con otros usos aparentemente anómalos como «el hacha» o «el águila», que sí son femeninos («el hacha oxidada» y «el águila blanca»). También hay que tener en cuenta que, aunque la palabra termine en ‑a, al ser masculina, debe concordar en género masculino: «el poeta listo», «un problema gordo», etc.
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Hablo de eso en este fragmento de mi curso de artículos, especialmente para estudiantes de español como lengua extranjera:
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y la palabra mapa, por ejemplo?
«Mapa» es masculino en el español actual, aunque etimológicamente era femenino y así fue al comienzo en español, al igual que sigue siendo, si no me equivoco, en italiano (la mappa) y en francés (la mappe) por ejemplo.
Poeta sigue siendo neutro en castellano, creo. Poetisa es un invento posterior, con la idea de feminizar una designación tradicionalmente aplicada al varón, me parece a mí, aunque, personalmente, prefiero el uso neutro para ambos sexos. ¿Es correcto?
Desde hace muchos años se considera que no existe el neutro en español. Otra cosa es si se debe aplicar la misma palabra a ambos sexos (con polémicas como juez y jueza)
Buenas tardes. ¿Sabes cómo fue que se estableció/derivó el uso del masculino (no marcado) para denominar a todo un universo de cosas/personas?
Es tan viejo como el propio protoindoeuropeo, según la teoría estándar basada en la inexistencia del femenino en anatolio.
Hablo de esto en la clase de morfología nominal de mi curso de lingüística indoeuropea.