El castellano es una lengua que, por lo general, marca los géneros con ‑o para el masculino (p. ej. «niño») y con ‑a para el femenino (p. ej. «niña»); por supuesto, también hay otra serie de sufijos que corresponden a un género u otro como, por ejemplo, ‑ción para el femenino: «la variación», «la canción», etc. En este aspecto es un idioma muy sencillo, al contrario que otros como el alemán, que siguen pocas reglas fijas.
Boletín de lenguas para linguófilos
Un correo diario con contenidos e historias filológicas y lingüísticas. No es el típico boletín tostón: a los miles de suscriptores actuales les encanta.
(El artículo que estás leyendo no se cierra: no perderás la posición de lectura, así que apúntate al boletín ahora mismo y enseguida podrás seguir leyendo).
Sin embargo, hay una serie de palabras que no siguen la regla ‑o = masculino y ‑a = femenino. Si uno interactúa con cierta frecuencia con estudiantes de español como lengua extranjera, constatará que a menudo construyen sintagmas incorrectos como *«la problema» o *«el mano»; esto es totalmente lógico, ya que ellos no hacen otra cosa que aplicar la regla básica.
El problema de palabras como «problema» y «poeta»
Del primer caso tenemos la ya mencionada «mano», que es una palabra femenina («la mano»). Del segundo tenemos una lista bastante grande de palabras. Son muchas terminadas en ‑ta (p. ej. «el poeta», «el analista», «el ciclista», «el futbolista»…) y en ‑ma (p. ej. «el problema», «el poema», «el fonema», «el teorema», «el tema»…).
La cuestión es: ¿por qué?
Estos sufijos pasaron al latín como tales (‑ta y ‑ma) a partir del griego (‑τής [tɛːs] y ‑μα [ma]). El primer sufijo, ‑τής, venía a significar ‘el que hace’, y era masculino. El segundo, -μα, designaba el resultado de la acción verbal; por ejemplo: de la acción de ποιέω [poi̯ˈeɔ:] (‘hacer’ y por extensión ‘hacer canciones’) deriva la palabra ποίημα [ˈpoi̯ɛːma] ‘poema’; en griego y en latín eran de género neutro, que en español suele pasar a masculino.
Hay que señalar que el hecho de que estas palabras sean masculinas no tiene nada que ver con otros usos aparentemente anómalos como «el hacha» o «el águila», que sí son femeninos («el hacha oxidada» y «el águila blanca»). También hay que tener en cuenta que, aunque la palabra termine en ‑a, al ser masculina, debe concordar en género masculino: «el poeta listo», «un problema gordo», etc.
Leyendas medievales 🎙️ el pódcast
Suscríbete gratis en tu plataforma favorita para descargar los nuevos episodios en cuanto se publiquen.
Beowulf, Roncesvalles, Guillermo Tell, Robin Hood…
Hablo de eso en este fragmento de mi curso de artículos, especialmente para estudiantes de español como lengua extranjera:
Morfología de los artículos españoles
¡Por cierto! Puedes seguir aprendiendo y disfrutando en mi boletín diario: cada día envío un correo donde comparto artículos, recursos, vídeos, pensamientos y reflexiones, todo relacionado con la filología, la lingüística... en fin, todo eso que nos gusta a ti y a mí. Es gratis, pero solo para auténticos linguófilos.