Que el adjetivo relativo posesivo «cuyo» lleva años —cuando no decenios— en caída libre no es ningún secreto. En el habla, el quesuismo campa a sus anchas so pena de pedancia, mientras que en los registros escritos se hacen carambolas de todo tipo para evitar escribir «cuyo» y sus variantes de género y número.
La aversión hacia este relativo viene ya, como vamos a ver, de los tiempos del latín y, de hecho, es sorprendente que aún resista entre las lenguas peninsulares. Efectivamente, en lenguas como el italiano o el francés se las han ingeniado para sustituirlo por otros medios como il cui o dont y à qui.
Veamos, pues, cuál es la historia de «cuyo» desde los tiempos más remotos, pasando por el latín y llegando hasta el español actual.
Contenidos del artículo
Orígenes indoeuropeos de «cuyo»
Cuando uno estudia el pronombre relativo en latín, aprende que el genitivo singular —igual que la generalidad de los pronombres latinos— tiene una misma forma para todos los géneros: cuius. La propia grafía ya se aparta algo del resto del paradigma de qui, quae, quod, pero aun así podemos trazar su origen al protoindoeuropeo *kʷi‑ y *kʷo‑.
Partamos de aquí.
Estas raíces son del pronombre interrogativo-indefinido y del pronombre relativo, todo ello tan afín que es frecuente que se mezclen en un mismo paradigma, como en el propio latín.
Por ley de Grimm vemos la relación entre el latín quod y el inglés what (que debería escribirse, realmente *‹hwat›, tanto por etimología como por la pronunciación aún vigente en algunas variedades conservadoras del inglés). Si aceptamos que el latín cuius proviene, en última instancia, de *kʷo‑sio, podemos ver que cuius y whose (genitivo de what) son hermanos directos. Volveremos al inglés un poco más adelante.
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Su evolución a través del latín
Como ya hemos dicho, en latín tenemos el relativo qui, quae, quod, cuya declinación acaba siendo prácticamente idéntica a la del interrogativo-indefinido quis, quae, quid. Esto va a ser importante cuando veamos que aún en el Siglo de Oro existía tanto el relativo cuyo como el interrogativo cúyo (igual que tenemos «que» y «qué»).
En la declinación de qui, quae, quod nos han de chocar las formas del genitivo singular, siempre cuius, y la del dativo singular, siempre cui. Se trata de una mera evolución fonética, pues todavía en época republicana son frecuentes las inscripciones con la forma quoius.
Esta forma cuius, invariable en cuanto al género, pronto se interpretó como el masculino de un nuevo relativo-interrogativo cuyo enunciado era análogo al de muchos otros adjetivos y pronombres: cuius (masculino), cuia (femenino), cuium (neutro).
Marca de arcaísmo
Se suele decir que el latín que vino a la península ibérica estaba aún en una fase arcaica o, como mínimo, más arcaica que el latín que llegó a otras partes del futuro imperio. Efectivamente, la presencia romana en la península ibérica comenzó tan pronto como en el siglo III a. C., mientras que el propio norte de la península itálica y el sur de la Galia no comenzaron a romanizarse hasta el siglo II a. C.; la Galia en general tendría que esperar hasta su pacificación a manos de Julio César, y la Dacia-Rumanía, hasta el II d. C.
Esto parece justificar la pervivencia de «cuyo» (cujo en portugués) y sus variantes de género y número. En cambio, en el resto de la Romania cuius, cuia, cuium —que no el invariable cuius— habría dejado de usarse hacia el siglo I a. C. Efectivamente, en el PHI hay apenas unos pocos ejemplos de cuia (21) y aún menos de cuium (15, muchos repetidos), aunque alguno de ellos es de clásicos como Cicerón y Virgilio. Aquí tendríamos que añadir toda la declinación del adjetivo cuius, cuia, cuium y podríamos acrecentar el número de coincidencias, pero nos hacemos una idea.


En Plauto (autor arcaico) tenemos, por ejemplo:
is Helenam avexit, cuia causa nunc facio obsidium Ilio.
Este se llevó a Helena, por cuya causa ahora asedio Ilión.
Plauto, Báquides 948
También en Plauto tenemos este ejemplo en el que se usa como interrogativo:
cuia vox sonat procul?
¿Cúya voz suena a lo lejos? → ¿De quién es la voz que…?
Plauto, Curculio 112a
Mientras que en los clásicos tenemos algún ejemplo anecdótico, como este de las Églogas de Virgilio:
Dic mihi, Damoeta, cuium pecus? an Meliboei?
Dime, Dameta, ¿de quién es el ganado? ¿De Melibeo?
Virgilio, Églogas 3.1
Funcionamiento de cuius invariable
En cambio, encontramos 5781 coincidencias al buscar el cuius (la mayor parte invariable en género), como se puede ver analizando la concordancia en ejemplos como los siguientes.
Catón el viejo (arcaico) le dice a su hijo:
uir bonus est, Marce fili, colendi peritus, cuius ferramenta splendent.
Es un buen hombre, hijo Marco, el experto en el cultivo, aquel cuyas herramientas relucen.
Catón, Sobre la agricultura 1.1
Por su parte, el clásico Julio César dice en su Guerra de las Galias:
cum iis una Commium, quem ipse Atrebatibus superatis regem ibi constituerat, cuius et virtutem et consilium probabat, et quem sibi fidelem esse arbitrabatur, cuiusque auctoritas in his regionibus magni habebatur, mittit.
Con ellos envía también a Comio, a quien él mismo, vencidos los atrebates, había colocado allí como rey, cuya virtud y resolución tenía por buenas, y al que consideraba que le era fiel, y cuya autoridad era bien considerada en estas regiones.
César, Guerra de las Galias 4.21.7
Vemos que, efectivamente, el cuius invariable en latín no considera en absoluto el sustantivo que sigue, sino que la concordancia se establece exclusivamente con el antecedente (como debe ser en un pronombre relativo).
Hablamos de cuius invariable, pero realmente, cuando el antecedente es plural, en consecuencia el pronombre es plural y ahora sí variable en género.
Veamos este ejemplo de Salustio:
sed Cethego atque Lentulo ceterisque, quorum cognoverat promptam audaciam, mandat, quibus rebus possent, opes factionis confirment.
Pero manda a Cetego y a Léntulo y a otros, cuya pronta osadía conocía ya, que consoliden, por los medios que puedan, los recursos de la facción.
Salustio, Conjuración de Catilina 32.2
Y este otro de Tito Livio:
tum Sabinae mulieres, quarum ex iniuria bellum ortum erat […], ausae se inter tela uolantia inferre.
Entonces las mujeres sabinas, a raíz de cuya injuria se había originado la guerra […], se atrevieron a meterse por entre los proyectiles que volaban.
Tito Livio, Ab urbe condita 1.13.1
Expliquemos más detalladamente la concordancia y el funcionamiento del cuius invariable en este vídeo:
El interrogativo cuias, cuiatis
Más como curiosidad que como información imprescindible para el artículo, mencionaremos el interrogativo cuias, cuiatis ‘de qué país, ciudad, región‘, derivado lógicamente de la palabra de la que estamos tratando.
Según la Gramática de Diego López:
Para preguntar a uno de que tierra, de que secta o religion es, auemos de preguntarle con este nombre adiectiuo, cuias, el qual se declina cuias, cuiatis, y respondenle los nombres de prouincias, reynos, imperios, villas y ciudades, como Cuias es?, ‘¿De donde eres?’, Hispanus, Christianus, Toletanus, Salmanticensis. Cuias es? Hispanus cuias tu, ‘español como tu’, Christianus cuias tu, ‘christiano como tu’. Cuiates estis? ‘¿De que tierra soys?’. Itali, cuiates vos. ‘italiano como vosotros’. Y assi los semejantes.
No era especialmente frecuente y, desde luego, no ha llegado a las lenguas romances, aunque sí que existen ejemplos ya desde Plauto y en clásicos como Cicerón:
Socrates quidem cum rogaretur, cuiatem se esse diceret, ‘mundanum’ inquit.
Sócrates, al preguntarle de dónde dice ser, responde: «del mundo».
Cicerón, Tusculanas 5.108.7
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Posesión de tercera persona en las lenguas romances
Hemos dicho que cuius como adjetivo o pronombre posesivo —con su propia declinación— cayó en desuso a partir del siglo I a. C. Por tanto, le dio tiempo a viajar y asentarse en Hispania, pero no en otras zonas como la Galia ni mucho menos la Dacia.
Con todo esto en mente, cambiemos de tercio…
Si nos sabemos la sintaxis de los pronombres personales en latín, recordaremos que en esta lengua el pronombre se es exclusivamente reflexivo (el sujeto actúa sobre sí mismo):
Alexander vix a se manus abstinuit.
Alejandro apenas apartó la mano de sí (mismo).
El posesivo correspondiente, suus, sua, suum, actúa con esta misma reflexividad:
Rex a Persis suspiciebatur pro sua crudelitate.
El rey era respetado por los persas por su crueldad.
Sin embargo, si el posesivo se refería a un poseedor de tercera persona que no fuera el sujeto, entonces hacía falta recurrir al genitivo (también invariable en número y con la ya vista desinencia ‑ius característica) de is, ea, id:
Persae regem suspectum habebant pro eius crudelitate.
Los persas respetaban al rey por su crueldad.
De igual forma, si el poseedor era plural, el pronombre cambiaba, naturalmente, a genitivo plural:
Persae reges suspectos habebant pro eorum crudelitate.
Los persas respetaban a los reyes por su crueldad.
Expliquémoslo un poco más detalladamente:
Sin embargo, el pronombre de elección en estos casos fue cambiando hacia el correspondiente genitivo plural de ille, illa, illud (el mismo pronombre que dio lugar a los artículos definidos y a los pronombres personales de objeto de la 3.ª persona), es decir, illorum > italiano loro, francés leur, catalán llur(s), rumano lor…
De ahí que en muchas lenguas romances el posesivo sea diferente según si el poseedor es singular o plural, al contrario que en español, donde es invariable en número:
Los persas respetaban a los reyes por su crueldad.
I persiani rispettavano i re per la loro crudeltà.
Les Perses ont respecté les rois pour leur cruauté.
Els perses respectaven els reis per llur / la seva crueltat.
Persanii i-au respectat pe regi pentru cruzimea lor.
En el caso del catalán, parece que lo frecuente es usar el posesivo procedente de suus al igual que en español, y que llur es más restringido estilísticamente.
Como sabemos, en español no hay rastro de este descendiente de illorum. Sin embargo, en la península sí que se llegó a conocer, con más coincidencias en el CORDE en documentos relacionados con Aragón (habría que pararse a estudiar mejor la relación con el catalán). Veamos, a título informativo, este interesante ejemplo del Vidal Mayor, la primera compilación del Fuero de Aragón:
pongan mientes los aduocados et procuradores de los pleitos que por mal uso no apioren la dignidat de lur offitio ni usen de lures armas a daynno de sí, las quoales armas son aytorgadas naturalment a eillos en razón de uencer, no en deshondra d’eillos et a hondra et a gloria de los aduersarios.
Vidal Mayor
Fijémonos en que la concordancia es un poco suigéneris, pues efectivamente el poseedor-antecedente es en ambos casos plural (y por eso se selecciona lur(es) frente a su(s)), pero la concordancia de número es con lo poseído-consecuente.
Sobre «cuyo» y «cúyo» en español
Ya hemos visto que el uso propiamente clásico del relativo era el de un cuius invariable en cuanto al género y que concordaba exclusivamente con su antecedente; si el antecedente era plural, el pronombre había de hacerse plural y en este caso sí era variable en género: quorum (masculino), quarum (femenino), quorum (neutro).
También hemos dicho que en el latín arcaico y/o no clásico se creó, a partir del invariable cuius, un paradigma completo que actuaba como un adjetivo normal, del tipo bonus, bona, bonum. Por tanto, ahora la concordancia era de género, número y caso, y no con el antecedente, sino con el sustantivo al que modifica.
El adjetivo relativo posesivo «cuyo»
Este uso sigue vigente en el español actual y es descendiente del adjetivo relativo posesivo cuius variable que acabamos de ver. Su sintaxis es, por tanto, la misma (sin atender a la flexión de caso, naturalmente).
Aun así, desde bien temprano en la historia del castellano se han usado formas alternativas de expresar relativo + posesión, es decir, quesuismo. Un ejemplo que se suele citar es este del Poema de mio Cid:
¡Maravilla es del Cid, que su ondra crece tanto!
Cid
… que en español actual normativo sería:
¡Maravilla es del Cid, cuya honra crece tanto!
Aunque uno podría plantearse si la sintaxis del verso podría ser realmente otra y no constituir quesuismo, lo importante es que, efectivamente, uno puede recuperar en el CORDE numerosos ejemplos de quesuismo temprano (aunque la mayoría de «que su» no son estructuras relativas).
También se puede sustituir por «del que», «de quien» y sus variantes, correctas aunque entre algo y bastante más forzadas:
¡Maravilla es del Cid, de quien / del cual la honra crece tanto!
(No veo razón para justificarlo por la influencia del francés dont, como dicen algunos, pues el calco sería totalmente opaco; más sentido tendría justificarlo, quizá, por el italiano il cui, etc., de sintaxis más parecida).
Sobre el cada vez mayor desuso de «cuyo», posiblemente pesen las formas alternativas de expresar relativo + posesión, más claras y fáciles sintácticamente. Por el contrario, la sintaxis de «cuyo», como ya hemos dicho, es algo confusa, pues se cruza la sintaxis relativa (se refiere a un antecedente) con la concordancia de género y número con una palabra que aparece posteriormente.
Futuro de «cuyo»
Igual que a nadie se le ocurre emplear en una conversación natural los futuros de subjuntivo salvo manifiesta intención paródica, son cada vez menos —¿hay realmente alguien ahí?— los que usarían en esta misma situación «cuyo» y sus variantes de género y número.
Todo ello hasta tal punto que son cada vez más los que ni siquiera saben usar este relativo correctamente.
Por ahora las diversas entidades normativas no recomiendan combinar el «que» relativo con el posesivo «su», pero no creo que tardemos tanto en llegar a condonar el quesuismo, al menos en el nivel oral. Ya veremos.
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El adjetivo interrogativo posesivo «cúyo»
Por otra parte, tenemos —o teníamos— el adjetivo interrogativo posesivo «cúyo», equivalente a «de quién». Ya vimos en unos ejemplos más arriba que este uso también se daba en latín, y por tanto el empleo en español desciende directamente del latino, como en este ejemplo, tan temprano, de Berceo:
Non se podié la freyra de la siella toller:
Berceo, Vida de Sancta Oria, Virgen 373-6
díxole a Voxmea que lo querría saber:
«¿Este tan grant adobo cúyo podrié ser?»
Ca non sería por nada comprado por haver.
A simple vista de pájaro en el CORDE, se ve que este uso —en cualquier caso no superfrecuente— murió con el Siglo de Oro y solo ocasionalmente va a ser rescatado por autores posteriores como Zorrilla. Aquí un ejemplo de Cervantes:
Decidme, amigo, ¿cúyas eran las galeras que os daban caza?
Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia setentrional
Funcionamiento de «cúyo»
Como este uso ya no se conserva en el español general, tendremos que explicar brevemente su sintaxis. Realmente funcionaba igual que el inglés whose en ejemplos como Whose is this book? y Whose book is this?, ambos traducibles al español actual como «¿De quién es este libro?».
Hace varios siglos, podríamos haberlo usado tanto en posición atributiva como en predicativa: ¿Cúyo libro es este? o ¿Cúyo es este libro?. Pero veámoslo con ejemplos reales.
Por ejemplo, en posición predicativa (la más frecuente), este ejemplo de Cervantes:
¿Cúyos eran sus cuerpos sino míos?
Cervantes, Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha
En posición atributiva (más infrecuente y algo más difícil de parafrasear en español), este ejemplo de finales del XVI:
cómo se llamaban los capitanes, cúyos oficiales fueron y qué tiempo sirvieron
Marcos de Isaba, Cuerpo enfermo de la milicia española
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Pervivencia de «cúyo»
El propio DLE marca este adjetivo como desusado, y no creo que nadie ose contradecirlo; o quizá habría que decir que casi nadie, pues, según Lapesa, aún se emplea en la isla de La Palma y en algunas áreas de América.
Por otra parte, parece que «cúyo» sí sigue vigente, a su manera, en el español de todos. Es posible (según p. ej. Penny) y verosímil en mi opinión que la y de posesivos como «tuya», «suyo», etc. sea analógica a la de «cúyo», pues de otra forma no habría de estar ahí, ya que proceden de tuus, tua, tuum, etc., sin que haya razones fonéticas de peso para que se generara esa y a partir de los propios posesivos.
Conclusión y últimas palabras
Como hemos visto, la historia de «cuyo» ya era convulsa en el propio latín, razón por la que hay menos lenguas romances que lo conservan. Su sintaxis era y parece que sigue siendo algo confusa, por lo que su supervivencia en el español general tampoco está garantizada.
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