Estamos ya familiarizados con varios fenómenos morfosintácticos consistentes en el uso impropio de los pronombres «le», «la», «lo» y sus respectivos plurales. Lo que hoy veremos en este artículo es, pues, el origen y la historia del leísmo, del laísmo y del loísmo.
Contenidos sobre género
Estos son los contenidos publicados hasta ahora en los que se trata o se menciona el tema en cuestión.
Tenemos siticias: el reanálisis y el falso corte
Hoy vamos a hablar de un proceso morfofonológico. Se trata del reanálisis, del que existen varios tipos, por lo que a mí me gusta llamarlo —por su mayor perspicuidad— falso corte (morfológico o etimológico). El falso corte puede deberse, principalmente, a dos razones, que pueden y suelen mezclarse: la fonética sintáctica (o sandhi) y considerar como morfema o lexema algo que en origen no lo es.
Sobre la palabra «gay»: etimología, plural y pronunciación
Hace ya bastantes años que la palabra «gay» se hizo un hueco entre el vocabulario de los hispanohablantes. La RAE, por su parte, la aceptó en su diccionario en la edición del 2001. Como todos sabemos, «gay» significa: «dicho de una persona, especialmente de un hombre: homosexual».
Veamos la etimología de «gay» y por qué su plural puede plantear problemas ortográficos.
Etimología de «hombre»
La etimología de «hombre» es realmente curiosa e incluso podría decirse que bastante profunda. Los latinos tuvieron a bien pensar que el hombre como especie (el ser humano) era un animal que provenía del suelo (‘humus, humi’ en latín). El parecido entre ‘homo’ y ‘humus’ es obvio, pues proceden incluso de la misma raíz indoeuropea; así, un hombre (‘homo’) es el que sale del suelo (‘humus’).
En este artículo veremos la concepción que tenía la humanidad de su procedencia del suelo en contraposición a los dioses celestiales y cómo lo reflejaban en sus costumbres y mitologías.
¿Por qué palabras como «poeta» y «problema» son masculinas?
El castellano, por lo general, marca los géneros con ‑o para el masculino (p. ej. «niño») y con ‑a para el femenino (p. ej. «niña»). Sin embargo, hay una serie de palabras que no siguen esta regla. A menudo los estudiantes extranjeros construyen sintagmas incorrectos como *«la problema» o *«el mano»; esto es completamente lógico, ya que ellos no hacen otra cosa que aplicar la regla básica.
La cuestión es: ¿por qué?