Aunque en un principio pueda no parecerlo, las palabras «serpiente» y «herpes» tienen un mismo origen etimológico: la primera, desde el latín, y la segunda, desde el griego; ambas lenguas tiene su origen común en la raíz indoeuropea *serp‑ ‘arrastrarse, reptar’.
Etimología de «serpiente»
En primer lugar, hablemos de «serpiente», del latín serpens, serpentis, que no es más que el participio de presente del verbo serpo ‘arrastrarse, reptar’; por tanto, una serpiente es, simple y llanamente, la que se arrastra, la que repta.
En latín podía usarse como adjetivo para referirse a cualquier cosa que se arrastrara o reptara, pero ya se usaba también para referirse de forma específica al ofidio.
Etimología de «sierpe»
Por cierto, en español (especialmente antiguo) también se usaba la palabra «sierpe», evidentemente relacionada con «serpiente». Sin embargo, es una evolución no a partir del acusativo, sino del nominativo serpens, o quizá mejor de una variante vulgar no atestiguada *serpes, serpis, de cuyo acusativo *serpem vendría.
Este parece ser también el étimo de otras lenguas romances, como portugués serpe, catalán serp, italiano serpe, rumano șarpe…
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Etimología de «herpes»
La palabra «herpes» es un latinismo (de forma patrimonial habríamos tenido *herpete < herpetem). A su vez, en latín era un préstamo del griego ἕρπης /ˈheɾpɛːs/, del verbo ἕρπω /ˈheɾpɔː/ de igual significado que serpo.
La etimología parece explicarse por el hecho de que la erupción se extiende como si reptara.
También tenemos el herpes zóster (o zoster), en que la segunda parte hace referencia a que la erupción se extiende como si fuera una especie de cinturón, pues ζωστήρ hacía referencia al cinto (de guerrero) o tahalí. Curiosamente, el herpes zóster es conocido también como «culebrilla».