Es probable que hoy en día, ante la palabra «nave», lo primero que nos venga a la cabeza es el adjetivo «espacial»; sin embargo, como —aun así— todo el mundo sabe, el vocablo hace referencia originariamente a las embarcaciones, los barcos… Veamos qué podemos sacar de ahí.
El sustantivo «nave» procede del étimo latino navem, ya con ese significado; la raíz es la misma que la del griego ναῦς, igualmente de mismo significado; ambas proceden de una raíz indoeuropea que significaría ‘que nada’.
Etimología de «navegar»
Con esa base (literal) establecida, veamos el verbo «navegar» (y derivados como «navegación» e incluso «navío» < navigium). Lo que tenemos es, esencialmente, la ya conocida raíz con el sufijo verbal ‑igo, que es una variante (¿por apofonía?) del verbo ago ‘llevar, conducir, mover…’. Al contrario que ago, que es de la tercera conjugación, ‑igo forma verbos de la primera conjugación, y de ahí navigare > «navegar».
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Etimología de «naufragio»
Por último, probablemente la parte más interesante: «naufragio», «naufragar», etc. Aunque es algo menos visible, la parte nau‑ es la misma raíz que tenemos en navis. (Recordemos que v es /w/, que puede alternar con /u̯/).
Lo nuevo es la siguiente parte: ‑fragio está emparentada con el verbo frango ‘romper, quebrar, partir’, que una vez más es algo opaca. Tenemos que irnos a su tema de supino, fract‑, para ver palabras conocidas como «fractura», «fracción», etc.
La explicación un poco más avanzada es que frango es un presente con infijo nasal (la n), por lo que la raíz verdadera es frag‑, que podemos ver en «fragmento», «frágil», etc.