La etimología de «hombre» es realmente curiosa e incluso podría decirse que bastante profunda. El sustantivo «hombre» proviene del latín homo, hominis. En latín venía a tener más o menos las mismas acepciones que tiene hoy en día en español.
Nos quedaremos con unas cuantas líneas del DLE:
hombre.
(Del latín homo, ‑ĭnis).1. m. Ser animado racional, varón o mujer. Usado, seguido de un complemento, para hacer referencia a un grupo determinado del género humano. El hombre del Renacimiento. El hombre europeo.
2. m. varón (‖ persona del sexo masculino).
3. m. Varón que ha llegado a la edad adulta.
En cuanto a la evolución desde el latín hominem hasta nuestra actual palabra «hombre», es sencillo:
A su vez, la raíz del latín homo, hominis es compartida con humus ‘tierra’, ‘suelo’ y se remonta hasta el protoindoeuropeo *dʰéǵʰōm ‘tierra’, de donde *ǵʰm̥mṓ ‘terrestre, terrícola’. Básicamente, un hombre (homo) es el que sale del y pertenece al suelo (humus).
La conexión entre el hombre y la tierra también se encuentra en lenguas semíticas: el hebreo אָדָם /aˈdam/ ‘hombre’ está claramente relacionado con אֲדָמָה /adaˈma/ ‘tierra’.
Dicho eso, veamos cuál es el trasfondo del origen etimológico de la palabra «hombre».
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Los hombres en la religión y la mitología
Desde muy antiguo se consideró que el hombre como especie (el ser humano) era un animal que provenía del suelo. Esto podemos verlo reflejado en las mitologías, incluyendo naturalmente la judeocristiana:
Modeló Yavé al hombre de la arcilla y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado.
Génesis 2, 7
En la mitología griega podemos ver algo parecido en el mito de Deucalión y Pirra, que hacen nacer a la nueva generación de hombres a partir de las piedras del suelo (los huesos de su madre, según el propio oráculo), e incluso el del nacimiento de Pandora, que fue creada por Hefesto con arcilla, o los hombres —los Espartos— que nacieron de los dientes de un dragón al ser plantados en el suelo por Cadmo y posteriormente por Jasón.


Esto no hay que tomárselo como si los romanos pensaran que los hombres brotaban del suelo como si fueran árboles, sino que los hombres (homines) son simplemente «los de la tierra», «los terrestres», en clara contraposición a los dioses, que viven en los cielos. Como prueba de la necesaria distancia que debía haber entre dioses y hombres, tenemos los mitos de la Torre de Babel en la tradición judeocristiana y el de Ícaro, que murió por querer volar hasta el cielo, en la griega.
Por supuesto, los hombres, ya que se originan en el suelo, están destinados a volver a él:
Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
Génesis 3, 19
En relación con esto tenemos la trama de Antígona y sus hermanos Etéocles y Polinices. A pesar de la prohibición de la ley humana de enterrar a Polinices, al ser considerado un traidor, Antígona respeta la ley divina que obliga a enterrarlo.


Así, enterrando a los muertos, se cerraba el círculo, el ciclo de la vida: del suelo venimos y al suelo vamos para volver a nacer. Puede incluso ser interesante hablar del mito de Adonis, que nació del árbol de la mirra (en el que se había metamorfoseado Mirra) cuando un jabalí le hincó los colmillos, y murió igualmente por el ataque de un jabalí. De la sangre del difunto Adonis yacente en el suelo nacieron un puñado de flores.


Asimismo, otra versión del mito narra que Afrodita le entregó a Perséfone (reina del inframundo) a Adonis para que lo cuidara, y Zeus decretó que debía pasar la mitad del año con Perséfone (en el inframundo) y la otra mitad con Afrodita (en la Tierra), de lo que puede verse una interesante explicación de la transición vida-muerte-vida-muerte-etc. y del ciclo de las estaciones del año.
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