Per Abbat, Charlton Heston, Pérez-Reverte o Jaime Lorente son solo algunos de los más conocidos que se han cruzado con la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, personaje histórico pero también legendario y en ocasiones casi mitológico.
El Cid histórico vivió en la segunda mitad del siglo XI. Sin embargo, la obra que todos conocemos y hemos leído, el Cantar de mio Cid, es —dicen los expertos— de finales del siglo XII o principios del XIII. Ha pasado, pues, más de un siglo entre la vida del Cid y la composición del poema.
Otra cuestión que habría que tener en cuenta a la hora de hablar de «el español del Cid» (o no) es la obvia distancia entre la lengua real de cualquiera y la lengua literaria, más aún si se trata de rimbombante poesía épica. Y, por supuesto, está el asunto de «el español del Cid» (importante la cursiva), que no tiene que reflejar el español del personaje, sino el del autor-copista, tanto en lo diatópico como en lo diacrónico, entre otros dias.
Teniendo todo esto en cuenta, veamos qué hay aquí para nosotros: ¿qué podemos decir del español que encontramos en el Cantar de mio Cid?
Dado que en delcastellano.com ya tenemos un minicurso de español medieval, donde expongo de forma más sistemática y teórica mucha información que cabría aquí, en este artículo quiero centrarme en el propio texto. Para ello, seguiré los puntos principales del apartado 3.1 de Franchini.
Tras ver brevemente algunos puntos, leeremos varios pasajes con pronunciación medieval y haremos sus respectivos comentarios.
Contenidos del artículo
Fonética
La parte de la pronunciación es una de las más llamativas, por lo que, para empezar desde el mismo punto de partida, sería conveniente que repasaras con estos vídeos.
El de los rasgos fonéticos y las principales diferencias respecto al español actual:
Y el de la (orto)grafía medieval (es decir, la representación escrita de lo que se pronuncia):
Visto todo eso, veamos un par de fenómenos muy específicos y visibles en el Cid, realmente muy relacionados aunque contrarios: la ‑e paragógica y la apócope extrema.
La época en la que vivió el Cid estaba en la bisagra del triunfo de la apócope de ‑e átona tras /l, n, ɾ, s, d, θ/: ya estaban arraigadas formas como sol o pan, pero también se podían encontrar las más antiguas sole y pane, probablemente mejor vistas sociolingüísticamente.
Si una ‑e se ha elidido por apócope, puede restituirse para dar un toque arcaizante. En la época del Cid, la ‑e en esas posiciones ya se había perdido, pero ocasionalmente se repone por razones estilísticas o de rima:
Oy uos dix’ la missa de sancta Trinidade
Cid 2370
Pero lo más interesante no son estas restituciones puntuales, sino la ‑e puramente paragógica, es decir, la que nunca estuvo ahí, por los mismos motivos:
Exién lo ver mugieres e uarones:
Cid 17-20
burgeses e burgesas por las finiestras son(e),
plorando de los oios, tanto auyén el dolor(e).
De las sus bocas todos dizían una razon(e):
¡Dios, qué buen vassalo si ouiesse buen sennor(e)!
Donde pongo (e) es un añadido mío: no están en el manuscrito, pero debían de estar ahí en el recitado. Hay que suponerlo para que la rima asonante (negritas) tenga sentido. Es paragógica la de sone, que, procediendo de sunt, nunca pudo tener ‑e final.
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El contrapunto lo pone la apócope extrema: la elisión de ‑e en posiciones donde actualmente está conservada. Es bastante abundante:
Ffalaron vn vergel con vna linpia fuent.
Cid 2700-2704
Mandan fincar la tienda ynfantes de Carrión:
con quantos que ellos traen y iazen essa noch,
con sus mugieres en braços, demuestran les amor.
Mal gelo cunplieron quando salié el sol.
Morfosintaxis
En lo más puramente morfológico se ven muchos de los rasgos ya conocidos del español medieval. Aún perduran muchas formas fuertes de los perfectos latinos como cinxó < cinxit por «ciñó» y formas con vocalismo antiguo del tipo ovieron por «hubieron», etc.
Algunas veces alternan formas fuertes y regularizadas (p. ej. nasquiestes pero también naçió). Son igualmente curiosas las formas del tipo andidieron por «anduvieron», ni etimológicas ni precedentes de las actuales.
En cuanto a la sintaxis, encontramos rasgos muy típicos en la poesía épica arcaica (p. ej. también en Homero): parataxis y asíndeton (oraciones coordinadas, incluso sin nexos, en lugar de subordinación, que es escasa); hipérbatos (orden de palabras muy libre); repetición de fórmulas épicas, epítetos, etc.; empleo caótico de tiempos verbales…
Léxico
Naturalmente, el léxico es la parte de cualquier lengua que más cambia: nuevas palabras, otras que desaparecen, otras que cambian de significado, los pierden o los añaden…
Por poner un ejemplo, tenemos el verbo meter < mittere ‘poner’. Algunas veces tiene su significado original de ‘poner’ (conservado en el italiano mettere o en el francés mettre):
Metiuos en sus manos, fijas, amas a dos.
Os puse en sus manos, hijas, a ambas dos.
Cid 2203
Mientras que en otras ocasiones el significado ya es el del actual «meter»:
En vn monte espesso Felez Munoz se metió.
En un monte espeso Félez Muñoz se metió.
Cid 2769
A veces incluso está a medio camino:
Metios’ sol escanno: tanto ouo el pauor.
Se metió/puso bajo el escaño: tan gran pavor tuvo.
Cid 2287
Por otra parte, algunas veces se habla de que en el Cid abundan los pleonasmos o redundancias. Sin ir más lejos, se puede citar el primer verso:
Delos sos oios tan fuerte mientre lorando
Cid 1
Lógicamente, uno solo puede llorar por los ojos. Ahora bien, no necesariamente hay redundancia. Es probable que esté ahí la implicación de que el llanto era meramente líquido —el que uno difícilmente puede controlar—, pero que no iba acompañado de voces o gestos de duelo.
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Conclusión y últimas palabras
Hasta ahora hemos visto que el Cid histórico vivió en la segunda mitad del siglo XI, pero que el Cantar de mio Cid parece ser de finales del siglo XII o principios del XIII. Si, además, el manuscrito de Per Abbat es incluso posterior —posible—, lo que nos ha llegado ha de diferir forzosamente de cómo se hablaría en la época de Rodrigo Díaz; pero, al fin y al cabo, es lo que tenemos.
Dicho eso, vamos a leer varios fragmentos (1-55; 2187-2204; 2278-2310 y 3710-3725). En este primer vídeo me limitaré a la lectura con la pronunciación que había de tener en época medieval:
En este otro vídeo haré algunos comentarios relevantes sobre los mismos fragmentos:
Y aquí terminamos ya con el resto de fragmentos:
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