En muchas ocasiones se discute entre amigos o compañeros: ¿el término «español» es correcto para referirse al idioma que se habla en España y muchos otros países?; ¿o es «castellano» el correcto para designar a nuestro idioma? ¿Es «español» solo el de España?; ¿o «castellano», solo el de Castilla?
Contenidos del artículo
En corto: «español» o «castellano»
La RAE/ASALE, en su Diccionario panhispánico de dudas, aclara esta cuestión de forma bastante clara y concisa (negritas mías):
Para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, y que también se habla como propia en otras partes del mundo, son válidos los términos castellano y español. La polémica sobre cuál de estas denominaciones resulta más apropiada está hoy superada.
El término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan hoy cerca de cuatrocientos millones de personas. Asimismo, es la denominación que se utiliza internacionalmente (Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo, etc.).
Aun siendo también sinónimo de español, resulta preferible reservar el término castellano para referirse al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, o al dialecto del español que se habla actualmente en esta región.
En España, se usa asimismo el nombre castellano cuando se alude a la lengua común del Estado en relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco.
Diccionario panhispánico de dudas
En esta aclaración se deja entrever por qué «castellano» puede ser sinónimo de «español» si nos referimos al idioma, pero profundicemos algo más.
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La historia del término «castellano»
Resulta imposible establecer la frontera entre el latín hablado y las lenguas romances. ¿Cuándo lo que hablaba la gente eran ya lenguas romances? ¿Cuándo lo que se hablaba dejó de ser latín? Nadie puede decirlo categóricamente.
Algunos lingüistas hablan de la existencia del romance tan pronto como el siglo III; otros, tan tarde como el siglo XIII. La communis opinio extiende el latín como lengua de comunicación hasta el siglo VII, y Ariza postula que en 711 en la península ibérica ya no se hablaría latín.
No parece que haya motivos de peso para pensar que los visigodos no tuvieran el latín como lengua. Sin embargo, podemos estar seguros de que ya en esta época había fragmentación dialectal y cambios de transición entre el latín y las lenguas romances.
Todo esto, que en buena parte se trastocó por la llegada de los musulmanes en el 711, acaba por confirmarse y acentuarse en la conocida como época de orígenes (siglos IX–X). Esta fragmentación dialectal, esta división del latín, da con los conocidos como romances.
Surgen diferentes dialectos procedentes del latín en la península, que —junto a las otras tantas lenguas derivadas del latín por el resto de Europa— reciben el nombre colectivo de «romance», del latín romanice ‘a la forma romana’, que, grosso modo, venía a referirse a cualquiera de las lenguas habladas descendientes del latín, aunque en cada territorio podía usarse para su romance específico (p. ej. en Castilla, el castellano).
Pero Dios sabe que lo fizo por entención que se aprovechassen de lo que él diría las gentes que non fuessen muy letrados nin muy sabidores. Et por ende, fizo todos los sus libros en romance, et esto es señal cierto que los fizo para los legos et de non muy grand saber commo lo él es. Et de aquí adelante comiença el prólogo del Libro de los enxienplos del conde Lucanor et de Patronio.
Don Juan Manuel, El conde Lucanor
Naturalmente, la gente era consciente de que los diversos romances diferían entre sí, por lo que podía hacerse necesario —o simplemente por énfasis o formulismo— especificar de qué romance se estaba hablando. Así pues, se comenzó a hablar de «romance castellano», «romance de Castilla», etc.
Onde aquel latín d’este mandado tanto quiere dezir como non fornigarás o non garçonearás, ca dezimos en latín mechus por lo que llamamos garçón en el castellano, onde mecaberis tanto es otrossí segund el proprio romanz castellano como garçonearás, e garçonear por proprio romanz otrossí segund el castellano tanto quiere dezir como andar de muger en muger, e andar de muger en muger es cosa que se faze sin ley de casamiento, e de fazerlo a la manera que Nuestro Señor aquí defiende vienen muchas muertes entre los omnes, e sin esso desfazimientos de sus faziendas, que pararién bien si non fues por aquello, e es usage dond nace mucha mala costumbre, ca aquel fecho nuncua se mantovo sin malas costumbres.
Alfonso X, General estoria
E cuenta que aquellos estrumentos en que estavan las mechas en las lámpadas eran de oro, e avién nombre en el nuestro latín cincendelas, e diziénles mergos otrossí, e cincendelas e mergos quiere dezir en el nuestro romanz de Castiella tanto como somurgujones, e dávanles este nombre por que se somurgujan en ell olio como se somurgujan los somurgujones en ell agua.
Alfonso X, General estoria
En frases del tipo «hablar en romance castellano» era redundante el sustantivo «romance», por lo que el adjetivo «castellano» pasó a ser la palabra más importante y podía usarse aislada o hablarse de «lenguaje castellano», etc.
Et desque este libro touo en su poder fizolo leer a otro su Judio que era su fisico & dizienle Yhuda mosca el menor que era mucho entendudo en la arte de astronomia & sabie & entendie bien el arauigo & el latin Et desque por este iudio su fisico ouo entendido el bien & la grand pro que en el iazie; mandogelo trasladar de arauigo en lenguaie castellano porque los omnes lo entendiessen meior; & se sopiessen del mas aprouechar.
Alfonso X, Lapidario
fue estonces connosçudo por grand philosopho Theofrasto de quien dizen Scicero & lo retraen por ell Eusebio & Jheronimo quel fue dado este nombre Theofrasto compuesto destas dos palabras griegas. de theas que dize el griego por aquello que el castellano llama dios. & frasis por fabla. Onde theofrasto tanto quiere dezir como omne fablador de dios.
Alfonso X, General estoria
Un poco de historia de la terminología: «castellano» y «español»
No merece la pena hacer un listado ni un repaso detallado, pero sí podemos ver algunos ejemplos de introducción de «español» como equivalente de «castellano».
Aunque no parece conceptualmente adecuado hablar de España aún en la época de los Reyes Católicos, ya bajo ellos se publican obras en las que se emplea «español» para referirse al idioma; algunos ejemplos:
- Manual de nuestra Santa Fe Católica, en español (1495)
- Séneca Proverbia, en español, cum glosa (1500)
- Flor de virtudes, en español (1502)
En 1611, Covarrubias publica el que podemos considerar el primer diccionario monolingüe de nuestra lengua, bajo el nombre de Tesoro de la lengua castellana, o española, lo que deja patente la equivalencia de ambos términos ya en esta época.
En la decimoquinta edición, de 1925, de su diccionario, la RAE cambia el título de «lengua castellana» a «lengua española».
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Historia del avance del castellano en la península ibérica
Naturalmente, hemos de hablar en este punto de la comúnmente llamada Reconquista. Bajo el Reino de Asturias estaba el Condado de Castilla, que fue repoblado por los cántabros, astures, vascos y demás gentes norteñas. Estos traían su propio dialecto romance: el castellano.
Conforme avanzaba la Reconquista, el que reconquistaba un nuevo territorio lo incorporaba a su propio reino —llamárase este «condado», «reino» o de cualquier otra forma—. Cuando en el año 1230 el rey Fernando III (San Fernando) unifica el Reino de Castilla y el de León, la nueva Corona de Castilla ocupaba la mayor parte de la península.
Sería su hijo, el célebre Alfonso X el Sabio, el que haría del castellano la lengua oficial.
A lo meramente histórico-geográfico-militar, hay que añadir que fue en Castilla donde surgió la épica castellana. Creo que no hace falta nombrar al Cid y su importancia literaria.
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