Más de 585 millones de personas hablan español o castellano en todo el mundo, casi 500 millones de ellas de forma nativa. Nuestra lengua, la segunda del mundo por cantidad de hablantes nativos, tiene una historia que se remonta, a través de varias etapas, a la estepa póntica, al norte del mar Negro, alrededor del 4500 a. C.
Esta civilización, conocida como indoeuropea, se expandió a lo largo de gran parte de Europa y Asia. Conforme iba avanzado el tiempo, un grupo de estos indoeuropeos llegó a la península itálica hacia el año 1000 a. C. Allí, una pequeña aldea del Lacio comenzó una vertiginosa expansión por toda la península, hasta que esta se les quedó pequeña.
En el año 218 a. C., Gneo Cornelio Escipión Calvo puso pie en la península ibérica, lo que sería la primera piedra para la romanización y latinización de Hispania y, por tanto, el inicio del latín hispánico, que acabaría resultando en el español actual.
Durante todos estos milenios la lengua ha evolucionado en numerosos aspectos. Esto es lo que estudia la gramática histórica, una de las materias más complejas de los estudios filológicos, pero también de las más interesantes.
Gramática histórica para humanos
Con delcastellano.com mi propósito es facilitar la divulgación y el disfrute de todo lo relacionado con la evolución del español —desde la prehistoria hasta la actualidad— a todos los públicos. ¿No tienes ni idea, pero te interesa? ¿Estás estudiando gramática histórica y no la entiendes? Estoy bastante convencido de que estás en el sitio correcto.
¿Será casualidad que el primer general romano en Hispania fuera Calvo?
No hace falta ser filólogo para disfrutar de la filología. (¡Ni siquiera hace falta ser filólogo para hablar de filología!). Por internet encontrarás muchos testimonios sobre las terribles experiencias en el sistema educativo, en la universidad, blablabá.
Sin embargo, yo tuve la suerte de enamorarme del latín y del griego con 16 años gracias a mis profesores Bernardo y José María alias Pompeyo. Luego entré a estudiar la licenciatura en Filología Clásica y disfruté como un enano cada uno de los cinco años.
Especialmente cuando estudié a fondo el latín me di cuenta de la importancia no solo de Julio César, Cicerón o Virgilio, sino también de lo que fue antes y de lo que vino después: la lingüística indoeuropea y la evolución hasta el español.
Boletín de lenguas para linguófilos
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Antes del castellano
La lengua prehistórica que hablaban los indoeuropeos recibe el nombre de protoindoeuropeo. No es una lengua de la que haya registro ninguno, sino que los lingüistas la han reconstruido comparando las lenguas hijas como el latín, el griego, el sánscrito, el ruso o el inglés.
Esa antiquísima protolengua, conforme sus hablantes fueron expandiéndose por Europa y Asia, fue divergiendo, multiplicándose y dividiéndose en diversas lenguas, que a su vez siguieron evolucionando y separándose en múltiples dialectos y nuevas lenguas, etc., como una especie de tronco del que van saliendo ramas, de cada una de esas ramas otras ramitas, etc.
Por ejemplo, las lenguas germánicas proceden de un protogermánico (la lengua reconstruida por los lingüistas a través de la comparación de las lenguas germánicas documentadas, y que sería precisamente el antecesor común de las lenguas germánicas), que podemos comparar con una de las ramas del tronco común (protoindoeuropeo), de la que salieron lenguas como el inglés, el alemán, el sueco, el gótico…
Cuanto más juntas y emparentadas estén las ramitas (lenguas), más rasgos en común tendrán, a veces confiriendo características específicas de esas lenguas frente a todas las demás lenguas de todos los demás grupos. Por ejemplo, las lenguas germánicas sufrieron las llamadas leyes de Grimm y Verner.
Cada familia, cada grupo, cada lengua, cada dialecto… tiene su propia historia, y para hablar de castellano y español tenemos que centrarnos en la rama itálica y, más concretamente, en el latín, que tuvo su propia evolución desde el protoindoeuropeo.
En la península ibérica ya había habitantes con sus lenguas antes de la llegada de los romanos. De todas estas, la única que se conserva hasta el día de hoy es el vasco, que ha tenido su propia influencia en el castellano a lo largo de la historia.
Por supuesto, el latín del que descienden las lenguas romances no es el elaborado latín clásico de las obras de Cicerón y Virgilio, sino el conocido vaga e imprecisamente como latín vulgar, es decir, el latín cotidiano hablado en el día a día. (Quizá has oído hablar de las tesis de Yves Cortez y Carme Huertas, que dicen que las lenguas romances no proceden del latín: naturalmente son propuestas pseudolingüísticas sin base alguna).
Entre el latín y las lenguas romances en general y el español en particular hay, lógicamente, considerables diferencias de todo tipo: fonéticas, morfológicas, sintácticas, léxicas… Simplificando muchísimo, la evolución fonética del latín al castellano se puede resumir en 17 reglas.
Empecemos por la fonética. Una de las características del latín era el sistema vocálico con distinción de cantidad: la mayor o menor duración de las vocales podía cambiar el significado de las palabras. Este sistema finalmente cambió a uno donde la cantidad vocálica dejó de ser relevante. En el caso del castellano, este sistema se simplificó a solo cinco vocales.
Uno de los primeros cambios entre el latín y las lenguas romances, entre los siglos I antes y después de Cristo y por tanto dentro del mismísimo latín, es el conocido como betacismo, que supone el comienzo de la actual confusión de ‹b› y ‹v› en español y los distintos usos entre lenguas (p. ej. «gobierno» y «arribar», pero italiano governo y arrivare).
La transición romance
El imperio romano de occidente cayó oficialmente en el año 476. Sin embargo, el latín no dejó de hablarse en ese momento, sino que continuó siendo hablado a lo largo de los territorios de las actuales España, Portugal, Italia, Francia… Eso sí, sin la cohesión de un imperio único y muchos otros factores tanto lingüísticos como extralingüísticos, el latín tardío del siglo V fue fragmentándose en las diversas lenguas romances.
Aún hoy es difícil decir cuándo deja de hablarse latín y cuándo empiezan a hablarse lenguas romances, pues lógicamente esto no fue cosa de un día para otro, sino que la transición duraría siglos y sería distinta según los diversos territorios. Sí que podemos hablar de los cambios que fueron ocurriendo en esta especie de época oscura, e incluso en relativo orden cronológico.
Un cambio muy temprano que afectó a todas las lenguas romances fue la palatalización de ciertas consonantes, especialmente en grupos como ce, ci, ge, gi, lo que hizo que en español estas secuencias se lean con un sonido consonántico diferente a p. ej. ga, go, gu, ca, co, cu.
Otro fenómeno de gran importancia en la evolución del castellano fue la inflexión (un tipo de metafonía), a menudo causada por una yod, un sonido que no existía en latín pero que en la historia de las lenguas romances trastocará tanto consonantes como vocales.
No todas las lenguas romances perdieron los casos, o al menos no al mismo ritmo. En rumano aún existen diferentes casos, y en francés antiguo hay constancia de dos casos. Sí que se perdieron los casos muy tempranamente en lo que será el castellano.
Aun así, se conserva a su modo el sistema casual en los pronombres personales:
Castellano medieval
Como ya hemos dicho, no es fácil poner una fecha razonable para separar el latín de los romances, pues de hecho existen textos intermedios y es difícil decir si se trata de latín romanceado o romance latinizado. Según los documentos de los que disponemos, sí podemos al menos ver las características principales del español más primitivo.
continuará…
Artículos de gramática histórica
Te propongo un orden de lectura de los contenidos disponibles, según un criterio relativamente cronológico.
La Antigüedad
- Raíces latinas y germánicas con la ley de Grimm
- Cambios desde el protoindoeuropeo hasta el latín
- Reconstrucción lingüística
- La utilidad de las faltas de ortografía
- Influencias prerromanas
- Influencias vascas
- ¿Por qué «poeta» y «problema» son masculinas?
- ¿Por qué la zeta es la última letra del abecedario?
- Cantidad vocálica en latín
- Pronunciación del latín clásico
- Expresiones latinas
Los grandes cambios
- El español viene del latín vulgar
- ¿El español no viene del latín?
- Desaparición de las declinaciones
- La cronología relativa
- Productividad lingüística
- Reglas fundamentales de evolución desde el latín
- Las cinco vocales del español
- La inflexión y la metafonía
- Betacismo: la confusión de ‹b› y ‹v›
- ¿Por qué ‹ce, ci, ge, gi› se pronuncian como ‹ze, zi, je, ji›?
- Aspiración
- Reajuste de las sibilantes
- Yeísmo
- El porqué de «setiembre» y «otubre»
- Grupos consonánticos
- Origen del loísmo, laísmo y leísmo
- Pretérito perfecto simple de indicativo
- Futuro de indicativo
- Imperfecto de subjuntivo
- Futuro de subjuntivo
- Oraciones de infinitivo latinizante
- Participio de presente
- Participio de futuro
- Español primitivo
- El español del Cid
- Alfonso X
- Minicurso de español medieval
- Evolución medieval
El español
- ¿Español o castellano?
- Arcaísmos españoles de actualidad en portugués
- Parecido entre el español y el griego moderno
- Judeoespañol
- Sinceridad y honestidad
- Reanálisis y falso corte
- El relativo «cuyo»
- Por qué estudiar latín y griego
- Por qué no estudiar latín y griego
- ¿Enseñar lenguaje SMS?
- Influencia del doblaje y la publicidad
- Velarización andaluza
- La diglosia en España
La vida es muy surrealista…
Si no te ha pasado a ti, al menos seguro que lo has visto: «surrealista» escrito *‹subrealista›. El error, aunque error, tiene todo el sentido del mundo: todo el mundo reconoce el lexema «realista», mientras que en español no tenemos un prefijo sur‑, pero sí sub‑; entonces *‹subrealista› tiene todo el sentido del mundo, pero está mal porque de hecho viene a ser lo contrario: «surrealista» viene del francés, donde el prefijo sur‑ equivale a sobre‑ (del latín super), por lo que *‹subrealista› sería lo contrario a «surrealista».
Piénsalo.
Realmente yo no quería hablar de forma metalingüística de «surrealista», sino de lo surrealista que puede llegar a ser la vida realmente.
Si has llegado hasta aquí ya has demostrado más interés que la inmensa mayoría de gente que ha llegado alguna vez a delcastellano.com: ¡enhorabuena, y gracias! Y si ese es el caso puedo imaginarme que lo que has encontrado hasta ahora te ha interesado y gustado.
Bien.
Cualquiera pensaría que divulgar el conocimiento es algo bueno y loable, y que todo el mundo debería poder gozar del acceso a la gramática histórica y a la filología en general sin tener que apuntarse a la suscripción universitaria. No deja de ser esa mi misión en delcastellano.com.
Lamentablemente hay gente que no piensa así y se esfuerzan activamente en hacérmelo saber: desde llamarme «la vergüenza de la filología clásica» gratuitamente hasta ✌️ presionarme ✌️ desde posiciones universitarias para que retire materiales bajo acusaciones de… nada concreto.
Imagina un mundo en que gente como esta dedicara ese tiempo a divulgar en lugar de a entorpecer la divulgación y el aprendizaje por parte de los demás.
Bueno.
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